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Todo el equipo de profesionales debe estar sensibilizado y entrenado en el manejo de la disfagia y la desnutrición

Pregunta. ¿Cuáles son los criterios que debe tener el internista en mente para poder sospechar que el paciente tiene o puede tener disfagia?

Respuesta. La disfagia es una enfermedad frecuente, pero en el 80 por ciento de los casos no se diagnostica, debido a la poca sensibilización y en muchos casos a la ausencia de protocolos específicos de actuación. La prevalencia de disfagia alcanza valores de 23 por ciento en hospitales de agudos, de un 31 por ciento en pacientes en hospitales de larga estancia y de un 65 por ciento en ancianos institucionalizados. Si consideramos las demencias, hasta un 84 por ciento de los pacientes puede sufrir disfagia.

Los signos clínicos de alerta de disfagia deben ser utilizados para seleccionar precozmente aquellos pacientes que deberían ser sometidos a un test de cribado de disfagia. Estos signos pueden ser la tos relacionada con la ingesta, la voz débil o húmeda, el babeo, el residuo oral y las infecciones de repetición, entre otros.

Es necesario prestar atención a dichos signos clínicos y estar familiarizado con ellos para poder identificarlos de manera precoz y poder actuar lo antes posible.

P. ¿Qué método práctico recomienda utilizar para realizar la detección de la disfagia?

R. Para el cribado de disfagia se han desarrollado varias herramientas, de diferente grado de complejidad, que permiten identificar a los pacientes con disfagia. En Medicina Interna utilizaría estos dos métodos para la detección de la disfagia.

Por una parte, el cuestionario estructurado de cribado de disfagia Eat-10 es una herramienta validada en español, útil para el despistaje de la disfagia. Es un instrumento fácil de comprender y rápido de completar, por lo que se considera útil para el despistaje de la disfagia en la práctica clínica.

Por otra, el método conocido como método de exploración clínica volumen/viscosidad (MECV-V) se utiliza cada vez con más frecuencia en nuestro medio en la evaluación de la disfagia. Es un método sencillo, seguro, asequible, aplicable en el centro sanitario y a nivel ambulatorio. Este método nos permite detectar alteraciones de la eficacia (cuyas consecuencias serían la desnutrición y/o deshidratación) y seguridad (que podrían originar aspiraciones) y además orientar sobre la viscosidad y volumen más adecuados para el paciente.

P. ¿Cómo se debería efectuar el posterior seguimiento?

R. Se deben reevaluar de forma periódica a los pacientes con disfagia para reevaluar el tratamiento y solucionar las complicaciones si aparecen. Es importante la formación del paciente y/o del cuidador. Se debe garantizar la continuidad asistencial.

P. ¿Cuáles son las pautas que recomiendas seguir para el manejo del paciente con disfagia?

R. La nutrición es una herramienta fundamental en el tratamiento de la disfagia. Solo hay que poner de manifiesto que los pacientes con disfagia tienen un 85 por ciento más de riesgo de desnutrición. Hay que cribar la disfagia y la desnutrición.

El binomio desnutrición y disfagia es doblemente negativo puesto que ambas entidades clínicas pueden coexistir agravando la una a la otra.

La disfagia genera dificultades a la hora de comer: dificultades en cuanto a eficacia que redundan tanto en una disminución del aporte calórico, proteico y de otros nutrientes y derivan en malnutrición o en cuanto a seguridad aumentando el riesgo de aspiración y de neumonía.

Gaceta
23/07/2021

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