Muchos niños y adolescentes con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (más conocido por sus siglas TDAH) son desahuciados por el sistema educativo español, en parte, apunta Irene Ranz, presidenta de Fundación Aprender y miembro del equipo directivo del colegio Jara, porque «la escuela tradicional se ha quedado con la forma y se ha olvidado de la esencia. El problema es de base: el colegio se ha quedado en las notas, el currículum y la evaluación, y se ha olvidado de que es un lugar por y para los niños. Porque para que los menores aprendan, necesitan sentirse atendidos y valorados».
Esa es la matriz, apunta Ranz, del modelo educativo Helix, que permite a los niños aprender a pesar de sus dificultades. «Muchos niños con TDAH son desahuciados por la escuela tradicional pero gracias a nuestros programas los chicos mejoran, recuperan la autoestima, y cuando consiguen volver a tener éxito y autoestima ya pueden con todo. Pero lo consiguen ellos, no se les quita contenidos y se les da más tiempo. Los chicos recuperan la vida, consiguen aprender, superar los retos y titular, ese es el éxito del modelo».
El modelo Helix, explica esta profesional, está basado en varios pilares. Uno de ellos es el interés. «Somos conscientes de que solo se aprende aquello interesa. Cuando hablamos con las familias de niños con dificultades y les preguntamos qué cosas les gustan a sus hijos, nos revelan que si algo le gusta e interesa ni déficit de atención ni nada. Una madre me decía que su pequeño sabía los 200 tipos de tiburones que existen pero era incapaz de aprobar un examen. Nosotros trabajamos el centro de interés del menor, a partir de intereses universales del ser humano. Provocamos el interés de los chicos y desde ahí seguimos el modelo científico: investigamos, descubrimos y aprendemos. Esto funciona tengamos o no dificultades. La clave es que todo lo que hacemos nosotros vale también para los que no tienen dificultades, no es un modelo para ellos, es un modelo para todos, es un modelo inclusivo. Si fuera un modelo solo para niños con dificultades no seríamos inclusivos».
Otro de las claves es que el niño es el protagonista. «El colegio existe para y por los niños, tiene que ser un lugar agradable donde los alumnos quieran venir y quedarse. Si decimos que son protagonistas no tiene sentido un modelo pasivo donde se cansen escuchando al profe. Si son los protagonistas tienen que estar en el escenario, no en el patio de butacas, de manera que el profesor entonces se convierta en el guía, el alma y guía de la acción educativa. El director el profesor es el director que consigue que los estudiantes que están en el escenario se conviertan en los protagonistas que interpretan algo fantástico». El docente, prosigue, «provoca ese interés, diseñar las actividades que tienen una finalidad: el desarrollo de las competencias. Posibilita ese el aprendizaje, que ocurre cuando los contenidos interaccionan con los chicos. No memorizan y lo sueltan. El aprendizaje y el conocimiento ocurre cuando los contenidos se integran».
Cabeza, cuerpo, corazón y contexto
El otro de los grandes valores o pilares de método es el aprendizaje que Ranz denomina «4C», o bien «cabeza, cuerpo, corazón y contexto». «Estas cuatro “ces” hay que trabajarlas de abajo a arriba, para que el aprendizaje sea de “yo” persona, “yo” niño, “yo” adolescente. Necesito un contexto, un entorno que me valore y me respete, que sepa que soy único porque todos somos diferentes, en el que yo sienta pertenencia, tanto en el entorno familiar como en el social o escolar. Por eso como colegio nuestra responsabilidad es generar un ambiente de clase nutritivo, acogedor, y que tenga muy claro que somos todos diferentes. no solo el adolescente guerrero, el que es disléxico o tiene TDAH».
El contexto es para esta docente una de las claves para que el corazón pueda desarrollarse de forma sana o saludable. «Debe ser un espacio por tanto en el que tengan cabida y comprensión las emociones. Solo si las conozco podré regularme y no ser esclavo de las emociones: si no estoy en manos de la rabia o la tristeza, puedo regular mi vida».
Inseparable de esto, continúa esta experta, se encuentra el cuerpo. « No podemos separar el cuerpo de lo emocional, las emociones viven y están y conectan con el cuerpo. El cuerpo es el vehículo donde está nuestra esencia, es el canal más eficaz y rápido para la reorganización neurológica, la madurez de las redes neuronales. Desde el cuerpo trabajamos procesos madurativos. trabajamos el neurodesarrollo, que va más allá de una psicomotricidad. El neurodesarrollo no puede separar el contexto del cuerpo, porque nos relacionamos a través del mismo. A veces al cole tradicional solo va el cuerpo, que se deja en casa la atención y el interés».
Así pues, añade Ranz, «solo si estas tres ces están bien consolidadas y constituidas se puede dar el conocimiento. Cuando todo esto está conectado, entonces aprender matemáticas, historia, sociales o cualquier cosa es posible. ¿Qué ocurre? Que en el colegio tradicional solo se desarrollan principalmente dos competencias: la memorización y la gestión del aprendizaje de cara al examen. Es verdad que hay colegios que dedican un ratito a las emociones, al trabajo en equipo, a los valores humanos… Pero no se trata solo un ratito, sino de desarrollarlas continuamente. ¿por qué no hacemos eso de forma transversa a la vez que aprendemos mates o lengua o cualquier asignatura?».
«Hay diferentes formas de aprender y ninguna es mejor que otra. Cada uno tiene que encontrar la suya. Nosotros tenemos que ayudar al niño a encontrar sus puntos fuertes. El colegio debería ser ese espacio donde me conozco y me encuentro mis talentos, de manera que utilizo esos talentos en mi favor y no en mi contra y puedo trabajar mis puntos débiles sabiendo cuáles son: si soy disléxico, soy disléxico, y ya está, pero si mi talento es la creatividad y el pensamiento visual, lo que me tienen que permitir en el cole es trabajar con mapas mentales y visual thinking. Y si un niño con TDAH tiene dificultad en la atención o en el control del movimiento, no puede estar 6 horas de escucha pasiva en el aula, pero sí puede engancharse si investiga, hace y experimenta mientras cambia de sitio. El modelo Helix en realidad es aplicar un poco de sentido común y mucha pedagogía con todas las herramientas metodológicas que existen, con unos profesores que tienen claro que están al servicio de los chicos y que todos merecen el éxito académico», concluye la presidenta de la Fundación Aprender.
ABC
28/10/2020