En la era en la que la tecnología está cada vez más presente en la educación de los niños y adolescentes, los juegos de mesa clásicos, como el parchís o la época, tienen mucho que aportar en las aulas, sobre todo porque en muchas ocasiones son grandes desconocidos para los más jóvenes.
Así lo sostiene el profesor de Tecnología Educativa y Competencias Digitales de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Norberto Cuartero, que trata de que los docentes a los que forman tengan herramientas en el aula más allá de los recursos educativos que aportan los ordenadores e internet. No pretende oponerse al avance de la tecnología y, de hecho, es un defensor de su uso «pero no del abuso», ha subrayado.
Los docentes utilizan desde hace tiempo el concepto de «gamificación« para tratar de introducir conceptos y destrezas en los niños mediante juegos. Pero la combinación de juegos y tecnología ha «aparcado» un poco a juegos de mesa tradicionales que, sin embargo, han adquirido de nuevo un papel relevante en tiempos de pandemia «porque han vuelto a protagonizar muchos momentos de ocio en familia», asegura Cuartero.
El dedicar mayor tiempo a este tipo de juegos, desde el parchís al monopoly, «ha llegado a sorprender a muchos niños» que se encuentran «hiperestimulados» por los juegos en consolas «y han descubierto algo diferente», asegura. Tras ese descubrimiento en familia, los juegos de mesa «tienen muchas aplicaciones en el aula» ya que «pueden servir para desarrollar la psicomotricidad, el cálculo, el autocontrol, la memoria o la tolerancia a la frustración».
«En un juego de mesa no siempre vas a ganar y ese es un concepto que en la sociedad actual hay que saber introducir en los niños y los jóvenes», afirma el docente, que además de formar a profesores es miembro de la comunidad de embajadores de las plataformas educativas ClassDojo y Genially.
Recomienda a los docentes «escoger bien» el juego que pueden utilizar en función del objetivo que buscan, ya que «no es lo mismo emplear Dixit» que estimula la colaboración entre un grupo «o la oca» que «parece lo más sencillo, pero puede servir para trabajar la motricidad de un niño pequeño, por ejemplo».
Además, detalla, todos los juegos clásicos «ofrecen la oportunidad de poder adaptarlos al aula» ya que «por ejemplo, un profesor de inglés puede construir una oca con verbos en inglés en cada casilla». «Sin grandes complicaciones se pueden hacer cosas que sorprenden a los niños», recalca este especialista.
Se trata de cosas que contrastan en cierta medida con la tendencia de la educación en los últimos años en los que, en su opinión, «se ha pecado de fomentar el uso del ordenador en el aula pero sin un objetivo concreto». Así, considera, «se han tocado mil pitos» y «no se ha tenido en cuenta que ese modo de trabajar al final no deja huella» en los alumnos.
Por ello, concluye Cuartero, es necesaria «una estrategia» para que los alumnos «adquieran competencias digitales» y «hay que tener claro que no se trata solo de darles una tableta o un ordenador».
Valencia Informa
11/12/2020