El confinamiento ha servido para paliar un poco el déficit de juego que sufrían muchos niños –ocho de cada diez no alcanzaba el tiempo de juego recomendado para un buen desarollo– pero, lejos de aliviar, ha agravado el problema del sedentarismo infantil y de la escasez de actividad al aire libre de muchos menores. Eso es lo que se desprende de tres estudios realizados con más de 2.500 familias españolas con niños de entre 0 y 12 años antes, durante y después del confinamiento para conocer la situación del tiempo de ocio infantil, y cuyas conclusiones se han presentado hoy en el marco de la Guía Aiju 2020-2021.
Según estos estudios, durante el confinamiento los menores de 12 años vieron liberarse sus agendas diarias y tuvieron más tiempo libre, cosa que se tradujo en una hora y media más de juego diario, de media. Y ese tiempo se dedicó fundamentalmente a realizar manualidades, a juegos de mesa, construcciones y muñecas.
Y ese aumento del tiempo de juego se ha mantenido en buena medida en los meses siguientes, ya que el 56% de familias entrevistadas asegura que los niños continúan jugando con juguetes más que antes del confinamiento, en especial hasta los nueve años. A ello ha contribuido la reducción de actividades extraescolares que muchos realizan.
Además de jugar con juguetes, los niños han aumentado el tiempo de su ocio que dedican a las pantallas. Si antes del confinamiento el 61% de los niños ya pasaba más tiempo del recomendado por los expertos ante las pantallas, ahora se exceden en su uso el 95%.
“Durante el confinamiento, por un lado los niñas tenían más tiempo libre; y, por otro, los padres y madres encontraban dificultades a la hora de transformar su casa en su lugar de trabajo, lo que hizo que fuesen más permisivos con el tiempo que pasaban jugando a videojuegos”, ha explicado Pablo Busó, coordinador del área de investigación en Aiju, al presentar la Guía.
El consumo de videojuegos, por ejemplo, ha crecido de forma exponencial: si antes de marzo les dedicaban una media de 25 minutos, con el confinamiento pasaron a los 55 minutos diarios; y en el caso de los mayores de 7 años, la media se sitúa en torno a la hora y media diaria de consumo de videojuegos. A ello se suma el tiempo de televisión, visionado de vídeos, videollamadas, consulta de redes sociales...
Por contra, el juego al aire libre, que ya era una asignatura pendiente de la población infantil –el 82% de los niños jugaba en el exterior menos tiempo del recomendado– ha empeorado aún más durante y después del confinamiento.
“El confinamiento ha agravado la falta de actividad física de los niños, y los padres han visto y comprobado la enorme necesidad que tienen sus hijos de actividad en el exterior, han constatado como la falta de juego al aire libre durante las semanas de reclusión incrementaba la sensación de inquietud en sus hijos”, afirma María Costa, directora de investigación en productos infantiles de AIJU.
En este sentido, asegura que el 68% de los padres y madres entrevistados se muestra preocupado por el nivel de actividad física y la disminución del juego al aire libre de sus hijos, razón por la que durante los meses posteriores al confinamiento muchos tratan de aprovechar el fin de semana para alguna práctica deportiva conjunta o intentan llevarlos a la naturaleza.
En este sentido, el estudio incluido en la Guía Aiju indica que tres de cada cuatro niños practicaba actividades deportivas antes de la pandemia y el 40% estaba interesado en productos deportivos –bicicletas, patines, balones...–. Sin embargo, la pandemia ha modificado sus hábitos: un 23% ha dejado sus actividades extraescolares deportivas, y su actividad física se concentra los fines de semana, en ocio compartido con los padres.
Y este es otro de los rasgos que ha cambiado en el ocio infantil con la pandemia. Los niños juegan más solos (59%) o con adultos (67% con sus padres o madres), y menos con sus iguales. Eso, sumado a otros condicionantes impuestos por la pandemia, hace que las criaturas estén madurando más rápido, según los autores del estudio.
“El confinamiento ha provocado que los niños tengan más contacto con los adultos de la casa pero también que hayan tenido que aprender a jugar ellos solos y a veces a ocuparse ellos solitos de cosas de casa porque los padres estaban trabajando y no les podían prestar atención; y que hayan tenido que aprender a hacer videollamadas para relacionarse con amigos y otros miembros de la familia, para seguir sus clases...y eso ha sido un paso adelante a nivel madurativo, pero también han reducido sus relaciones sociales, han tenido menos contacto con sus amigos, menos actividad física y más juego con adultos”, comenta Costa.
Remarca que este mayor juego en familia ha tenido un efecto muy positivo en las relaciones familiares: “a través del juego y los juguetes está comprobado que se expresan inquietudes, se transmiten valores positivos, se pueden expresar mejor muchas emociones y eso contribuye a mejorar y fortalecer los vínculos y las relaciones”.
Añade que, además, el juego ha sido un recurso muy valioso no solo para ocupar el tiempo, sino para gestionar mejor las situaciones de estrés y controlar los estados de ánimo en casa.
Por otra parte, los estudios realizados muestran que los niños han tratado de mantener su socialización durante el confinamiento y las posteriores restricciones sociales tirando de tecnología. El 90% aumentó sus videollamadas y el 80% el tiempo destinado a las partidas virtuales con sus amigos. También han tirado más de redes sociales para estar en contacto y entretenerse. Una de las más utilizadas ha sido Tik Tok, y seis de cada diez no sólo la ha utilizado para ver cosas que hacen otros, sino para crear su propio contenido.
La Vanguardia
2/12/2020