Desde la intubación hasta la conexión a un ventilador mecánico supone ciertos daños en la laringe y en las cuerdas vocales, situación que dependiendo de las condiciones de cada paciente, afectará funciones críticas como comer, tragar y hablar, impactando directamente en la calidad de vida de quienes egresan de la UCI. Académicos sugieren una urgente intervención interdisciplinaria en las unidades de pacientes críticos.
La edad del paciente, las comorbilidades y el tiempo de conexión a ventilación mecánica son algunos de los factores que determinarán las secuelas que pueda ocasionar esta medida de urgencia para salvar la vida de tantos pacientes con Covid-19. Lamentablemente, las estadísticas indican que más del 50% de los pacientes dados de alta tras este tipo de ventilación, presentar problemas para tragar, comer y en su voz, siendo recomendable la intervención temprana de fonoaudiólogos en las Unidades de Pacientes Críticos (UPC).
Pese a la urgencia prioritaria de salvar la vida de un paciente crítico, la introducción de un tubo por la laringe y la conexión a un ventilador mecánico supone riesgos para una serie de estructuras que incluyen la laringe y las cuerdas vocales, y que dependiendo del paciente y el tiempo de hospitalización, afectará sus condiciones de alta.
Elena Medina, docente de Fonoaudiología de la Pontificia Universidad Católica, comenta la importancia de una intervención multidisciplinaria en UCI para evitar posibles complicaciones como el desarrollo de una neumonía aspirativa, debida al ingreso de agua o alimento a los pulmones, dadas las complicaciones del paciente que sale del ventilador y reanuda su alimentación vía oral.
“Actualmente no existe un protocolo de UPC que incluya una intervención interdisciplinaria que involucre al médico intensivista junto a otros profesionales como el fonoaudiólogo, el kinesiólogo y el terapeuta ocupacional, roles gravitantes en un buen manejo evolutivo del paciente crítico y con un mejor pronóstico integral”, explica la especialista.
Protección de zonas afectadas
El proceso de decanulación implica nuevos desafíos en la etapa de alta y rehabilitación. Medina señala que es muy común ver parálisis en las cuerdas vocales y anomalías en las funciones laríngeas, que se traducen en trastornos de la deglución y disonías o trastornos vocales, lo que implica un trabajo terapéutico para rehabilitar la voz y la deglución, ya sea con ejercicios, así como con un plan de trabajo conjunto para mejorar la consistencia del alimento, acudir a nuevas posiciones y corregir la tos durante y después de comer.
Por su parte, Ignacia Ward, también académica de la carrera de Fonoaudiología UC, coincide en la necesidad de identificar a tiempo alteraciones en la protección de la vía aérea, problemas en el cierre de las cuerdas vocales y en el mecanismo de la tos. “Hoy conocemos el aporte de una adecuada rehabilitación mediante maniobras de deglución y ejercicios de voz, trabajando la sensibilidad mediante voz en tonos hiperagudos para mejorar la seguridad de vía aérea y el mecanismo de tos”, explica.
En rasgos generales, hay varias medidas de intervención que van desde la posición del paciente a la hora de comer o beber, la consistencia del alimento, la implementación de maniobras (toser, bajar el mentón al tragar y sostener la respiración) para ejercitar la respiración, la voz y la deglución.
Ward señala que es fundamental el trabajo con kinesiólogos especializados en la mecánica respiratoria, tos y protección de la vía aérea, así como la estrategia complementaria con apoyo de la nutricionista para lograr un régimen tolerable. Si bien no son muchas las UPC que implementan este trabajo interdisciplinario, estudios internacionales dan cuenta de un positivo impacto en los resultados del tratamiento y la calidad de vida del paciente en egreso.
Trabajo muscular
Patricio García, docente de la carrera de Kinesiología UC , señala que si bien aún estamos aprendiendo de las secuelas que presentan los pacientes recuperados del Covid-19 con ventilación mecánica, y suponiendo la urgencia de salvar sus vidas; este perfil de paciente enfrenta todos los factores de riesgo propios de una UPC, entre ellas complicaciones funcionales motoras debido a un largo periodo de sedación, inmovilidad, administración de medicamentos como bloqueadores neuromusculares, e inflamación sistémica.
“En general, estos pacientes presentan atrofia y debilidad muscular, aspectos aún más dañados en caso de mayor edad, obesidad, fumadores, sedentarios y enfermos cardiometabólicos. Se observa un importante deterioro físico; de hecho, pierden tolerancia al esfuerzo físico incluso para vestirse, ducharse y moverse independientemente en el hogar”, sostiene García.
Los pacientes conectados a ventilador mecánico, incluso sedados, necesitan que sean movilizadas sus extremidades y que se les cambie de posición regularmente, dado que ello ayuda a disminuir las complicaciones musculoesqueléticas, entre otras, estrategias que se aplican desde el día cero una vez internado, además de la terapia ventilatoria. Una vez recuperada la consciencia, el trabajo deja de ser pasivo y el paciente con una condición médica estable puede sentarse y ponerse de pie a la brevedad.
García señala que es urgente implementar protocolos con equipos interdisciplinarios. El fonoaudiólogo es fundamental en el manejo de trastornos de deglución y fonación, el terapeuta ocupacional ayuda desde el aspecto cognitivo, evitando el desarrollo de delirium, mientras que el kinesiólogo interviene en la rehabilitación física y pulmonar.
“Está comprobado que el iniciar una rehabilitación precoz en pacientes UCI, desde que entra a la unidad, reduce la aparición de estas complicaciones al alta. Asimismo, una vez que superemos esta pandemia es importante que incorporemos mayor consciencia acerca de la salud y la actividad física en personas jóvenes y adultas, ya que quienes tienen mayor masa muscular y rendimiento muscular respiratorio, enfrentan de mejor modo estas emergencias sanitarias”, finaliza el docente de kinesiología.
Mostrador
25/05/2020