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Nuria Pons cuenta su experiencia como disléxica en ‘Irun, mi mundo al revés’, un libro en el que esta profesional que trabaja en una federación empresarial y tiene dos carreras denuncia que, aunque el 10% de las personas son disléxicas, muchas de ellas no están diagnosticadas. “La falta de diagnóstico de trastornos del aprendizaje engrosa el número de casos de fracaso escolar”, denuncia.
Así lo afirma en una entrevista a Servimedia Pons, que en esta obra trata de divulgar las dificultades que un mal abordaje de la dislexia puede tener en el desarrollo social y profesional de la persona en las distintas etapas de la vida.
Según datos de 2018, la tasa de abandono escolar temprano en España se situó en el 17,9%. Se trata del porcentaje de los jóvenes que abandonaron los estudios entre los 18 y los 24 años que solo obtuvieron, como mucho, el título de la ESO.
Así, en el libro, donde juega con su nombre escrito a la inversa en el mismo título o la encuadernación “al revés”, la autora explica de forma amena que se trata de un “trastorno invisible” y que no sólo es cosa de niños, aunque en una clase de 25 alumnos dos o tres podrían tener ese trastorno que resulta “difícil de diagnosticar”.
“Estoy totalmente convencida de que no se correspondería el número de alumnos con fracaso escolar en un aula con el que es, si realmente pudiéramos saber cuántos alumnos hay diagnosticados de dislexia, y también de otros trastornos del aprendizaje”, relató.
“La mayor dificultad que tienen no es la dislexia en sí, es que se sienten incomprendidos”, agregó, para lo que propone “compensar y corregir algunas dificultades” a las que se enfrentan con “adaptaciones sencillas” en el aula: un tamaño de letra más grande, tipología más legible, leer el enunciado antes de un examen para asegurarse de que el alumno entiende correctamente lo que se le pide o permitir que los estudiantes contesten de forma oral.
Pero esta profesional también defiende que hay que apoyar a las personas con dislexia desde casa con mucha “comprensión”. “No se puede decir a un hijo que no sirve para los estudios porque no sigue el ritmo de sus compañeros, se le hunde”, agrega.
A la vez, recalca la importancia de que estas personas compensen la dislexia con otras actividades como la música, el dibujo o la costura, que permiten adquirir habilidades en el ritmo y la motricidad fina. “Todo tiene relación. Muchos padres caen en el error de centrarse sólo en las materias del colegio”, insiste, pidiendo que sea “al contrario”, como hizo su madre.
Además de ‘Irun, mi mundo al revés’, la autora presenta el cuento ilustrado ‘Roma aprende a leer y a escribir’, enfocado a un público más infantil.
Córdoba
9/02/2020