En navidades la situación es parecida al verano. Solo un 36% recibió visitas en los últimos días festivos navideños y solo el 16% fueron recogidos para cenar en casa por Nochebuena. El 11% cenó en casa para Nochevieja y el 4% para Reyes. Según Acumafu, solo el 1% recibió regalos por Reyes que no fueran ropa, como por ejemplo joyas o perfumes.
Cuanto más tiempo libre tienen las familias más solos están sus mayores. Esa es una de las tristes conclusiones de un estudio extraordinario en España sobre la soledad de los ancianos en residencias. Solo el 40% de residentes de 11 centros en el sur de Madrid recibe visitas entre enero y junio; cuando llegan las vacaciones veraniegas —entre julio y el 15 de septiembre— esa cifra cae a un 15%, según la asociación cultural de mayores de Fuenlabrada (Acumafu). Estos datos los han obtenido de los registros de visitas en el último año en 11 residencias en municipios del sur de la región madrileña, un tipo de información que cada centro debe tener por ley pero que no es de acceso público.
Esos registros de visitas son uno de los pocos datos conocidos en España sobre la soledad de los mayores en las residencias, según expertos consultados, que dicen que es urgente hacer más para medir el fenómeno
Acumafu cree que los datos son una muestra del individualismo de la sociedad española. "Muchos cambian ver al abuelo o la abuela por ir al fútbol o salir de cañas", dice Marcelo Cornellá, presidente de la asociación. "Esto es parte de nuestra educación. Para un latinoamericano es inconcebible que tratemos como lo hacemos a los mayores", agrega.
Su asociación lleva casi una década entreteniendo a mayores con magia o flamenco y ofreciendo consultoría, incluidos temas espinosos del tipo "cómo desheredar a un hijo". Les llamó la atención que muchos enfermeros hablaban de que muchos mayores se quedan solos en Navidad y se pusieron manos a la obra para recabar más datos. Las residencias están en los municipios de Pinto, Getafe, Fuenlabrada, Leganés, Parla, Ciempozuelos, Móstoles y Morata de Tajuña. Un total de 1.203 residentes viven en los 11 centros.
Otras asociaciones tienen la impresión de que los datos de esa muestra en el sur de Madrid son extensibles a otros centros de la Comunidad de Madrid y España. Las cifras sugieren que hay muchos residentes que nunca reciben visitas, quizás porque han roto por completo sus lazos familiares. “Hay muchas familias que pasan. Igual que hay otras que están encima y se preocupan. Tiene que ver con el concepto sobre la vejez. Inútil, estorbo, no sirve”, dice Miguel Vázquez, presidente de Pladigmare, una asociación de familiares de ancianos en residencias de Madrid.
Algunos expertos dicen que los datos son ilustrativos de una cultura “edadista”, donde muchos ven a los mayores como una molestia. Pero piden cautela a la hora de interpretar los datos. No es lo mismo el hecho objetivo de estar solo que el sentimiento de soledad (esto último podría medirse con una encuesta a los internos). Además, cada familia es un mundo y algunos abandonos son producto de dolorosas y complejas rupturas familiares. Tampoco debe asociarse residencia a abandono ya que muchas personas dependientes necesitan asistencia las 24 horas.
Además, muchos familiares no lo tienen fácil para visitar a los mayores. Como las residencias son cada vez más caras, se ven obligados a ingresarles en centros lejanos, los más asequibles. En la provincia de Toledo, la quinta con más residencias de España, el precio es la mitad que en Madrid.
Soluciones
Las residencias son cada vez más conscientes del problema de la soledad y trabajan para mejorar la atención. El ambiente frío de muchas residencias desanima a las familias. Desde hace alrededor de tres décadas ha surgido un movimiento para hacer residencias más acogedoras. El modelo de cohousing (viviendas colaborativas), el diseño de centros más pequeños o la posibilidad de llevar al centro a sus animales de compañía son algunas de las soluciones que están ganando fuerza, dice Elisa Sala, responsable del Observatorio de la Soledad de Amics de la Gent Grau, una asociación cuyos voluntarios hacen compañía a los mayores en sus domicilios o en las residencias. “En las residencias de Finlandia las personas mayores tienen a su lado a sus animales de compañía y fotos personales en sus cuartos, pero aquí sus habitaciones suelen ser más frías, con el mismo mobiliario y un aspecto de hospital”, observa Sala.
David Sprowl, consultor estadounidense establecido en España dice que muchas familias en uno y otro país conciben la residencia como una excusa para desentenderse de los mayores. “Creen que alguien se ocupará de ellos y ya no tendrán que involucrarse”, detalla.
Para combatir la soledad no deseada en un mundo cada vez más envejecido hace falta un cambio cultural, dice Ana González, responsable de residencias del sindicato Comisiones Obreras en Madrid. “Estar ingresado en una institución no es garantía de socialización”, dice González. “Se debe hacer una labor pedagógica muy potente sobre lo q supone el envejecimiento”.
El País
6/02/2020