Tienen entre cinco y siete años, niños y niñas de kínder y primer grado, que ya han descubierto la lectura. Y, como consecuencia, han puesto a “volar” la imaginación, con todo lo que se implica, además de ampliar vocabulario y aprender a contextualizar lo que escuchan y leen.
Son los niños y niñas de la escuela Montessori Manuel Elzaburu y Vizcarrondo, en Cantera, quienes participan en el proyecto Lectores para el futuro, desarrollado por Multisensory Reading Centers (MRC), organización sin fines de lucro que busca “enseñar a leer para aprender”.
En uno de los salones, unos ocho niños rodeaban a la escritora Yolanda Arroyo Pizarro, a quien deleitaban con sus comentarios sobre su libro “El capitán Cataño y las trenzas mágicas”.
“La experiencia fue más de lo que esperaba. Fue un sueño hecho realidad. Me encanta cuando las escuelas tienen la misión de educar de esta manera, desde el corazón; quisiera que fuera un modelo que se pudiera multiplicar en otros planteles”, propuso Pizarro.
La lectura de cuentos en esta escuela es parte de los esfuerzos educativos de MRC y de su proyecto “Lectores para el futuro”, en el que maestros especializados utilizan el método Orton-Gillingham (OG) para enseñar a los niños a leer y escribir de una forma multisensorial.
Se trata, de hecho, de un método que se basa en la fonética del lenguaje y se enfatiza el aprendizaje visual, auditivo, táctil y cinestético (que utiliza movimiento).
Cabe destacar que en la enseñanza tradicional mayormente se usa la vista y la audición y se enseña a un paso que no provee suficiente práctica para los estudiantes que lo necesiten. Por eso, un niño con dislexia u otro problema de lectura o aprendizaje puede experimentar dificultades en la escuela con cualquiera de esos dos sentidos.
“Se usan mucho los sentidos porque está probado que mientras más sentidos se usan, los niños aprenden mejor”, afirmó Mónica Fossas, maestra de kínder y primer grado de MRC especializada en el método Orton-Gillingham.
Según explicó, en los últimos dos años, con el comienzo de clases, en agosto, evalúan a toda la población de kínder, primero y segundo grado con el objetivo de identificar deficiencias y áreas en las que los niños deben mejorar.
“Por ejemplo, puede haber alguna deficiencia en procesamiento auditivo, que es una destreza que no se da mucho en el salón de clases. También trabajamos con el reconocimiento de letras, el reconocimiento de los sonidos, unión y segmentación de fonemas para, poco a poco, llevarlos a ser lectores proficientes”, agregó Fossas, tras indicar que muchos de los niños no han sido expuestos a la lectura.
De hecho, la maestra dijo que algunos niños aprenden a leer de forma innata, pero otros necesitan un poco más de ayuda. Por ejemplo, niños que no reconocen el sonido y no pueden formularlo en la lectura (procesamiento auditivo) o que tienen problemas de dislexia, que es una deficiencia de la lectura, la escritura y elaprendizaje.
Para la escritora Ángeles Molina Iturrondo, quien les leyó a los niños su libro “Valentina ya no solo dice mu”, se trata de un proyecto que tiene múltiples beneficios. Desde desarrollo del lenguaje e imaginación, hasta motivarlos a amar la lectura y desarrollo de pensamiento crítico.
“Mi cuento trata de una vaca que le da con aprender a leer y los demás animales le decían que estaba loca. Es un cuento humorístico que tiene un mensaje muy poderoso”, expresó la escritora, quien enfatizó en la importancia de leerles cuentos a los niños en edad preescolar.
Nuevo Día
30/11/2019