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Manuel Carreiras lidera el equipo del proyecto Dysthal que pretende llegar al origen de la dislexia y mitigar el sufrimiento de quienes la padecen y de su entorno
Manuel Carreiras ya lo señaló después de ser reconocido con el Premio Nacional de Investigación 2019: “Lo ideal sería detectar la dislexia a los cuatro o cinco años, antes de que empiecen a leer, y no estamos lejos de poder hacer eso”.
El proyecto Dysthal va a conocer las causas de la dislexia,¿A estas alturas no se sabe cuáles son?
-No. De las causas de la dislexia se saben trozos, parte de la historia. Hay una causa biológica, pero no se sabe cómo es. Hay diferencias de activación en el córtex pero también hay otra serie de diferencias y vamos a explorar qué es lo que ocurre con las estructuras subcorticales y en particular con el tálamo para ver si la respuesta está ahí. La dislexia, además, es un trastorno heterogéneo en el que hay problemas fonológicos, ortográficos y visuales. Queremos entender por qué unas dislexias se manifiestan de una forma y pueden tener unas causas y otras se manifiestan de otra, con otras causas.
¿Hay alguna nueva herramienta que permita llegar ahora a esas causas?
-A veces cuando uno está focalizándose en un sitio, no mira al otro. Nosotros lo que hemos hecho es cambiar el foco de la mirada y en lugar de mirar el córtex mirar a las conexiones tálamo-corticales. Hemos cambiado el foco para ver si ahí podemos encontrar la causa de la dislexia.
¿Cómo se hace?
-Se seleccionarán niños diagnosticados con dislexia y otros con control y se les harán resonancias y otras pruebas para ver si el tálamo puede explicar la diferencia entre los disléxicos y los que no lo son. La clave está ahí.
El programa trabajará con 900 niños y niñas de 9 a 16 años. ¿Por qué esas edades y ese número?
-El diagnóstico se da en torno a los 8-9 años, ya que los disléxicos van dos cursos por debajo de la ejecución normal. Como no vamos a tener suficientes de 8 y 9 años para hacer la estadística, ampliamos la muestra hasta los 16 años, cuando sufren una serie de dificultades, tienen problemas con la lectura que inciden en otra serie de procesos cognitivos. La cifra de 900 se ha determinado porque la prevalencia está en torno a un 10% y calculamos que así la muestra sería suficiente, aunque si llegamos a 1.500, mejor.
¿Cómo se va a realizar la selección?
-Realizarán una serie de pruebas de secreening de una hora de duración. En función de estas pruebas se obtendrán distintas puntuaciones y se podrán ordenar por grados.
Se plantea que el estudio se efectúe sobre niños y niñas bilingües.
-En los colegios desde los tres años se exponen al euskera y aprenden a leer en euskera. La mayoría son bilingües, no hay casi monolingües.
¿Es fundamental ir a la raíz para realizar un diagnóstico temprano y trabajar con el niño/a?
-Pongamos que encontramos diferencias entre los disléxicos y los que no lo son en los circuitos tálamo-corticales. Entonces podremos ir a los niños antes de que empiecen a leer y comparar los que tienen riesgo de padecer dislexia con los que no, porque tienen una historia familiar de disléxicos (sabemos que la dislexia tiene un componente genético importante). Si aislamos la diferencias tálamo-corticales, podemos ver si esas diferencias son predictivas y habremos encontrado un biomarcador que permitirá diagnosticar la dislexia antes de que aparezca.
¿Y si así fuera?
-Estaríamos en mejor disposición para desarrollar terapias y poder mitigar el problema.
La dislexia no tiene cura. ¿En qué ayuda ese diagnóstico temprano?
-Conseguimos que madres y padres estén más tranquilos y que los niños también lo estén. A esas edades los niños son muy crueles y empiezan a decir cosas. Quien tiene dislexia sabe que no está leyendo igual que los otros y empieza el sufrimiento. Los padres le aprietan más y el niño deja de leer porque es una tortura. Todo eso nos lo evitaríamos y además se podrían desarrollar terapias para mitigar esos problemas. También los niños entrarían en un entrenamiento diferente de ayuda.
¿Existen herramientas de apoyo en su trayectoria académica?
-No solo las hay, sino que se pueden diseñar. No se sabe por qué algunos niños responden bien al tratamiento con logopedas y otros no. Pero si lográsemos encontrar ese marcador biológico, podríamos tener pistas y sabríamos si pueden padecer dislexia para iniciar una terapia antes.
¿De qué manera están convocando a los participantes en el estudio?
-Hemos hablado con la dirección de los colegios y en estos momentos hay cinco o seis que han dicho que sí. Los niños llevan el consentimiento informado para ver si los padres quieren que participen. Luego se hacen unas pruebas conductuales para ver quiénes tienen problemas de lectura y quiénes no, y de ahí se hace la selección para realizar la resonancia.
¿Y qué podrán decir después?
-Si los circuitos tálamo-corticales distinguen a los niños que tienen dislexia de los que no. Eso es un avance para entender si es la causa o no. Y podremos decir más cosas, porque hay una serie de pruebas conductuales que miden otros problemas
Noticias Guipuzkoa
5/11/2019