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Mientras más de 800.000 españoles reclaman una cura, sus familiares piden más formación y ayuda para poder ser útiles en su atención, sin descuidar su bienestar personal
Quemados, hastiados, desmotivados... Los familiares que cuidan de una persona con alzhéimer sufren los efectos “secundarios” de la enfermedad. La falta de agradecimiento, los continuos despistes y los malos modos son la moneda de cambio que, sin querer, dan los casi 700.000 españoles a sus cuidadores. La enfermedad neurodegenerativa es dura, porque mientras deja huella en unos borra todo rastro en otros. Los expertos aseguran que un buen cuidador tiene tanto efecto en un paciente como una terapia. Por eso, nueve de cada diez considera que precisa formación específica para ofrecer un buen soporte a su familiar con alzhéimer, como recoge el estudio de Ceafa (Confederación Española de Alzheimer) y Fundación Sanitas “El cuidador en España. Contexto actual y perspectivas de futuro y propuestas de intervención”.
De acuerdo con la OMS, se trata de la epidemia del siglo XXI y para dentro de 20 años se habrán triplicado los casos de Alzheimer, y eso se traduce en una necesidad urgente de abordar cómo y quién debe cuidar a estos pacientes. En la encuesta, un 42% de los cuidadores considera necesaria ayuda externa para gestionar su estado de ánimo, ya que los sentimientos más comunes entre los cuidadores es el estrés o ansiedad. Además, la sobrecarga mental o física destaca entre las preocupaciones más comunes por encima del coste económico y la falta de adaptación del domicilio. En tres de cada cuatro casos el familiar es cuidado por un familiar directo, mayoritariamente por hijos, seguido de nietos.
La Razón
6/10/2019