Hace una década, la incidencia del autismo era de un caso por cada 1.000 nacimiento y ahora es de uno por cada 67 nacidos. Sin embargo, los casos de autismo severo no han crecido. ¿Qué es lo que ha pasado entonces? La respuesta de los expertos, que se basan en hechos confirmados, es que hay un sobrediagnóstico, sobre todo del trastorno de espectro autista. La conclusión es que uno de cada cuatro niños diagnosticados (25 por ciento) realmente no tienen ese trastorno. Así lo manifestó ayer este periódico la psicóloga clínica de la unidad de salud mental del Hospital Clínico y organizadora de un foro de debate sobre autismo que se inauguró ayer en ese centro hospitalario, Susana Ortigosa.
Esta experta destacó en su participación en el foro que «un diagnóstico tiene que ser una brújula que oriente y nunca una etiqueta que sentencie y limite». Susana Ortigosa explicó que los pacientes llegan a las consultas ya con un diagnóstico de autismo, «un diagnóstico que homogeneiza sin tener en cuenta la historia de ese niño, sus vínculos y las características de la época en que vivimos, olvidando que un niño es un sujeto en construcción con una historia y un futuro abierto».
Unos 140 profesionales de Andalucía relacionados con el ámbito de la salud, asuntos sociales, educación y centros de atención temprana participan en el V Foro de Infancia y Adolescencia, que se desarrolla en el Clínico. El encuentro lo organiza la unidad de gestión clínica de salud mental del hospital, dirigida por Javier Romero. Este experto hizo hincapié en que esta época se caracteriza por «la biologización del sufrimiento psíquico, por diagnósticos que patologizan y simplifican lo complejo y por la medicalización que silencia las dificultades que realmente están en juego».
Susana Ortigosa incidió en que a niños con dificultades en el lenguaje y con problemas para relacionarse con otro menores se les cataloga de tener trastorno de espectro autista cuando en realidad no lo padecen. Esos niños, con la ayuda adecuada, superan ese aislamiento y se normalizan. «El espectro autista engloba cada vez más cosas, lo que facilita que se diagnostique de forma errónea», señaló la psicóloga clínica. Esta especialista indicó que los niños pasan mucho tiempo jugando con máquinas, un hecho que les dificultad el correcto aprendizaje del lenguaje y les retrae. Ortigosa precisó que cuando se cataloga de autista a un menor, aunque no lo sea, luego cuesta mucho quitarle la etiqueta.
En el foro participó como ponente Beatriz Janin, psicóloga clínica y profesora en seminarios de diferentes universidades e instituciones de Argentina y España.
Diario Sur
15/02/2019