Los expertos llevan tiempo señalando de que dormir mal es un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer. Las personas con esta enfermedad tienden a despertarse cansadas y su descanso empeora a medida que la pérdida de memoria y otros síntomas van a más. Pero el cómo y el porqué de las noches inquietas vinculadas a la enfermedad de Alzheimer sigue estando rodeado de interrogantes. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Washington en St. Louis podrían haber dado con parte de la explicación.
Un nuevo estudio centrado en personas mayores ha descubierto que estas tienen menos sueño profundo (también conocido como sueño de ondas lentas, una fase necesaria para consolidar los recuerdos y despertarse sintiéndose renovados) y, además, tienen niveles más altos de proteína cerebral Tau. Una elevada concentración de tau también se ha relacionado con daños cerebrales, deterioro cognitivo y como una señal de alerte de la enfermedad de Alzheimer. Este hallazgo, publicados este mismo miércoles en 'Science Translational Medicine', sugieren que el sueño de mala calidad en personas mayores podría ser una señal de alerta para el deterioro de la salud cerebral.
"Medir cómo duermen las personas puede ser una forma no invasiva de detectar de manera precoz la enfermedad de Alzheimer o simplemente cuando los pacientes comienzan a desarrollar problemas con la memoria y el pensamiento", explica Brendan Lucey, profesor asistente de neurología, director del Centro de Medicina del Sueño de la Universidad de Washington y primer autor de este nuevo estudio. En este sentido, los investigadores consideran que la calidad del sueño podría utilizarse como un marcador útil y asequible para detectar las primeras etapas de la enfermedad décadas antes de que se el deterioro cognitivo alcance etapas más avanzadas.
La prueba del sueño
Para comprender mejor el vínculo entre el sueño y la enfermedad de Alzhéimer se estudiaron a 119 personas de 60 años de edad, entre las cuales el 80 por ciento eran cognitivamente normales y el resto tenía una discapacidad muy leve. Los investigadores monitorearon el sueño de los participantes durante una semana mediante un monitor portátil de ondas cerebrales y, además, midieron los niveles de beta amiloide y tau en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo de los pacientes.
Los resultados apuntaron a que la disminución del sueño profundo coincidía con niveles más altos de tau en el cerebro y una mayor proporción de tau a amiloide en el líquido cefalorraquídeo. "La clave es que no fue la cantidad total de sueño lo que se vinculó con tau, fue el sueño de onda lenta, que refleja la calidad del sueño", argumenta Lucey. "Las personas con patología tau aumentada en realidad dormían más por la noche y dormían más en el día, pero no estaban durmiendo bien", añade el investigador.
"No espero que la monitorización del sueño reemplace los escáneres cerebrales o el análisis del líquido cefalorraquídeo para identificar los primeros signos de la enfermedad de Alzheimer, pero podría complementarlos", comenta Lucey. "Es algo que podría ser seguido fácilmente con el tiempo, y si los hábitos de sueño de alguien comienzan a cambiar, eso podría ser una señal para que los médicos observen más de cerca lo que podría estar pasando en su cerebro", concluye.
El periodico
22/01/2019