La música es la más intangible de todas las artes. Mientras que las artes visuales pueden decorar una sala y las literarias pueden decorar tus pensamientos, la música es una decoración del tiempo que, una vez concluida, deja en manos de los filósofos el debate de si existió en algún momento o no existió en absoluto. La música se experimenta en la mente y en el cuerpo: en nuestra mente las melodías pueden vivir durante toda nuestra vida, mientras que las ondas sonoras físicas se mueven realmente a través de nuestro cuerpo.
El efecto de la música sobre la mente ha sido el objeo de un estudio reciente publicado en The Journal of Prevention of Alzheimer’s Disease, que determinó que la música se almacena en una parte del cerebro que no se ve afectada por la enfermedad de Alzheimer o por la demencia. Esto implica que Andy Dufresne tenía razón en la película Cadena perpetua cuando dijo: “Esa es la belleza de la música: no te la pueden quitar nunca”.
Cuando alguien escucha una canción que le gusta mucho, su cerebro realiza una respuesta sensorial meridiana autónoma o ASMR por sus siglas en inglés. La ASMR puede hacerle sentir a uno como un pequeño cosquilleo en el cerebro oen el cuero cabelludo y esto es considerado un “chute de placer” natural, similar a los efectos de la dopamina, pero aislado en la cabeza. No parece gran cosa, pero estas ASMR se almacenan en el cerebro y sus recuerdos pueden revisitarse en un momento posterior.
Jeff Anderson, doctor en medicina, profesor asociado de radiología en la Universidad de Utah Health y autor colaborador en el estudio, descubrió que recurrir a las ASMR almacenadas en el cerebro puede ser beneficioso para los pacientes de alzhéimer, sacándoles de su brumoso estado para una conversación inteligente, aunque breve.
Este fenómeno no es exactamente nuevo, pero los estudios sobre él siguen estando en fases tempranas. Uno de los ejemplos más famosos en los que una persona sale de un estado de fuga disociativa gracias a la música es el de la historia de Henry, que se vuelve más lúcido y animado después de escuchar las canciones favoritas de su juventud.
Aunque de ningún modo nos estamos refiriendo a una cura para el alzhéimer, el doctor Anderson tiene esperanza de que pueda usarse en los tratamientos y ayude a los pacientes con deterioro mental a sentirse más cómodos:
“En nuestra sociedad, los diagnósticos de demencia cada vez son más frecuentes y están haciendo mella en nuestros recursos”, afirmó Anderson. “Nadie dice que poner música sea una cura para el mal de Alzheimer, pero quizás haga más gestionables los síntomas, disminuya el coste de los cuidados y mejore la calidad de vida del paciente”.
aleteia
13/01/2019