Cuando usaba acentos diferentes no tartamudeaba, esos eran trucos míos que de cierta forma distorsionaban mi identidad como ser humano, como mujer, como Perla Ernest. Cuando me presentaba con gente cambiaba el nombre porque no me salía decir el mío, era vivir una doble vida, porque causa mucha vergüenza aceptar que uno vive con la tartamudez”, asegura.
Desde los tres años, Perla Harriet Ernest padeció tartamudez, una condición que la llevó a buscar alternativas que mejoraran su hablar, pero fue hasta los 15 años de edad cuando fue consciente de su situación y entre la búsqueda de ayuda tuvo nulos resultados, pese a que en cierto tiempo considerable logró un avance físico notó que le faltaba trabajar en su persona de forma espiritual, emocional y mental.
Luego de que mejoró la condición física encontró la manera de definir su condición a través de la neurociencia y la psicobiología con la finalidad de vivir su vida plena y armónica.
Así fue como formó Proyecto Ernest que tiene la finalidad de no sólo mejorar lo físico que interviene en la tartamudez, sino de trabar el autoconcepto, pues la fundadora de esta organización asegura que la vida de las personas gira alrededor de su tartamudez.
“El objetivo es que la persona recupere su poder y su confianza a través de sus fortalezas, sus talentos así como la reinterpretación de creencias, pues éstas pueden ser las responsables que ocasionan que nos trabemos, es decir, para detenernos”, aseguró en entrevista con este medio.
De sólo atacar la tartamudez desde la técnica de respiración, sólo queda como un entrenamiento intensivo y compasivo que los entiendan porque tienen la misma condición, de modo que la meta, que es un reto para estas personas, es “comunicarse con gente que no tartamudea, es integrarnos a la sociedad con todos nuestros talentos y fortalezas para ser ciudadanos, ser padres, profesionistas, estudiantes e hijos responsables”, dijo Harriet Ernest.
Desde el 2011, Perla Ernest ha atendido con su proyecto a cientos de personas con este padecimiento, quienes acuden de toda la república a la Ciudad de México para recibir un tratamiento que dura cuatro días donde trabajan la respiración y pautas al hablar, una técnica que se aprende para toda la vida, además de estrategias emocionales, pues asegura es a partir de estas donde radica la condición.
Como testimonio de Proyecto Ernest, Mónica Márquez Melgarejo, quien en cuatro días aprendió la técnica, dijo “fue como magia” la cual la hizo más consciente de la condición que tiene desde los tres años; sin embargo, la burla por parte de los demás no fue motivo de condicionar sus actividades cotidianas dado que fue de “clóset”.
“No tuve una tartamudez muy grave, eran determinadas palabras, con el transcurso de los años te vas haciendo de mañas, yo sustituyo mucho las palabras, las cambio, si sé que una palabra me va a causar conflicto la cambio, busco un sustituto y esto te vuelve una persona con vocabulario muy amplio, todo el tiempo estás pensando mucho más allá de lo que la otras personas que no tienen esto pueden pensar”, mencionó.
El cambio que había buscado desde toda su vida, no llegó hasta hace unos meses cuando asistió al curso, pues desde que tiene uso de razón ha buscado erradicar la condición por lo que acudió con psicólogos, terapeutas de lenguaje, psiquiatras, acupunturistas, incluso hasta con un brujo de Catemaco.
“Haces de todo pero esto es una condición con la que tienes que aprender a vivir porque aunque tú intentes ocultarlo la gente lo sabe; mucho de lo que se aprende es conocerte a ti, darte valor a ti para poder amarte a pesar de ti y confiar en nosotros mismos”, mencionó.
El Popular
27/08/2018