Carlos Ramírez tenía apenas cuatro años cuando sus padres comenzaron a notar que de pronto había dejado de repetir las palabras que previamente había aprendido.
Desconcertados, ellos incluso llegaron a pensar que el pequeño estaba sordo.
Dos años más tarde sabrían que el niño sufría el trastorno del espectro autista, una condición neurológica con la que tendría que vivir toda su vida.
A pesar de los avances científicos, no existe hoy en la ciudad un registro de cuántas personas como Carlos padecen autismo, lo que complica la formulación de políticas públicas y el acceso a tratamiento.
“Lo malo es que al autismo lo agrupan dentro de una discapacidad que no le corresponde. Un número exacto no hay. Los en-globan con otras discapacidades y mucha gente recibe el diagnóstico tarde”, lamenta Claudia Ramírez Proa, madre de Carlos.
Juan Vives Villarroig, experto internacional en el tratamiento de equinoterapia para personas con autismo, explica que, aun cuando hay señales universales que dan pie a sospechar del diagnóstico, la falta de preparación es todavía un gran reto.
“Una de las dificultades es la falta de formación de nuestros especialistas a la hora de detectar estas señales tan tempranas para hacer un diagnóstico”, dice el investigador antes de ofrecer una conferencia en la ciudad. “Cuanto antes sea el diagnóstico, antes podemos empezar la intervención”.
De acuerdo con el especialista, una opción que ofrece una esperanza a los niños y niñas con autismo es la equinoterapia, actividad que agrupaciones de la sociedad civil miran con grandes expectativas.
Según Vives Villarroig, trabajar con caballos permite favorecer el aprendizaje de los menores.
“Son niños con intereses muy restringidos y, salvo casos excepcionales, muchos de los problemas de aprendizaje que tienen se deben más a su falta de motivación que a su capacidad, realmente”, advierte.
Un estudio de prevalencia hecho el año antepasado en la ciudad de León indica que en México, uno de cada 115 niños y niñas padece esta condición.
La charla ofrecida por Vives Villarroig es parte de una suma de esfuerzos entre la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) y la Universidad de Texas en El Paso (UTEP).
ElDiario.mx
1/08/2018