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Científicos del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de Donostia creen que el cerebro de los niños se puede “entrenar” para evitar la dislexia, de manera que si se les estimula con recompensas cuando escuchan hablar aumenta la sincronización cerebral, según han constatado en un estudio publicado en la revista European Journal of Neuroscience.
El experimento ha comprobado que la sincronización con el habla es más intensa cuando el cerebro escucha ondas de baja frecuencia, es decir, aquellas relacionadas con el acento, los tonos y la entonación del habla, según el investigador Nicola Molinaro, uno de los coautores del estudio.
Esta sincronización deriva en una activación directa de las regiones cerebrales relacionadas con el procesamiento de lenguaje, como es el caso del área de Broca, una sección situada en el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo. La capacidad del cerebro de sincronizarse con el tono y la entonación del habla tiene consecuencias sobre la forma de procesar el lenguaje, explican los expertos.
Relación con la dislexia
En anteriores trabajos, los investigadores del centro donostiarra comprobaron que los niños con dislexia muestran una débil sincronización con las bandas de frecuencia baja, y por lo tanto, una escasa activación de las regiones relacionadas con el procesamiento del lenguaje.
Y es que está científicamente demostrado que los niños que no procesan de manera "óptima" las ondas de frecuencia baja tienen mayores dificultades para decodificar los fonemas y palabras, lo que se relaciona directamente con la capacidad lectora y los posibles trastornos relacionados con esta, como la dislexia.
Gracias a las conclusiones obtenidas en la investigación, los expertos del centro sugieren ahora que se haga especial hincapié en el estudio de estas bandas de frecuencia baja y su relación con la sincronización cerebral.
Intervenciones terapéuticas enfocadas al aprendizaje
Según Molinaro, analizando el efecto de la sincronía cerebral relacionada con los tonos y la entonación del habla, se pueden desarrollar en la infancia intervenciones terapéuticas enfocadas al aprendizaje del lenguaje estimulando los componentes auditivos de baja frecuencia y obtener así una idea más clara de los sonidos que componen el lenguaje.
"Por ejemplo, se puede medir la sincronización cerebral mientras un niño con dislexia está escuchando hablar y darle una recompensa si estimula más la sincronización con la banda de baja frecuencia. Se puede ayudar a aquellos que están fuera de sincronía a poner más atención a los tonos, acentos y entonaciones de habla”, apunta el investigador en declaraciones recogidas por la agencia Sinc.
Esto podría ser aplicable a las tareas con logopedas, desarrollando intervenciones específicas para sincronizarse con el habla en baja frecuencia. “Con sesiones repetidas de entrenamiento se puede ayudar a niños con retraso con el lenguaje a recuperar los mecanismos de atención”, asegura.
RTVE
25/07/2018