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La gente ya no se mira a los ojos, sólo ve el celular

Giacomo Rizzolatti (Kiev, 1937) te recibe con una sonrisa cálida que provoca una respuesta similar. Los gestos de cortesía y un par de anécdotas sobre un lugar en común activan la sintonía con el científico de alborotado cabello blanco estilo Einstein. Esta breve presentación personal ya desborda pistas de los grandes hallazgos científicos del responsable del Instituto de Neurociencia del Consejo Nacional de la Investigación de Parma. Precisamente una sonrisa contagiosa forma parte de los comportamientos imitativos, empáticos y sociales de los que son responsables las neuronas espejo, también conocidas como neuronas de la empatía, el principal foco de sus investigaciones.

Sorprende la vitalidad del neurólogo de 81 años, quien acaba de grabar un largo programa para TV UNAM, y a pesar de las presiones de tiempo responde con precisión y amabilidad las preguntas sobre sus legendarias investigaciones que tienen que ver con el sistema motriz y su papel en las funciones cognitivas.

En esta ocasión, EL UNIVERSAL fue invitado a charlar con Rizzolatti por los organizadores de El Aleph, Festival de Arte y Ciencia, que se realizó recientemente en Ciudad Universitaria. La historia del famoso descubrimiento del profesor emérito de Fisiología Humana en la Universidad de Parma se remonta a 1996, cuando realizaba estudios acerca del control de los movimientos en las neuronas de los macacos. Los investigadores de su equipo se dieron cuenta de que un grupo de estas células del sistema nervioso se activaban cuando observaba a otros monos o personas realizar o repetir sus acciones. Poco a poco, Rizzolatti se percató de que no se trataba sólo de un sistema de imitación de movimiento sencillos, sino que el asunto iba más allá.

Hoy se sabe que estas neuronas, también conocidas como neuronas especulares, se relacionan con objetivos específicos y tienen que ver con un proceso de asimilación, donde están inmersas las acciones, pero también las sensaciones y emociones de un ser humano.

El científico explica la multifuncionalidad de las neuronas espejo: “Son neuronas que responden cuando alguien realiza una acción y ve a otra persona realizar lo mismo. Esta es una definición general, pero en realidad tienen una acción muy precisa, no es sólo responder haciendo la misma cosa. No sólo es la imitación, sirven para entender aquello que hace el otro, así que te permiten entender las emociones del otro que originan la acción”.

Explica que las neuronas se activan cuando ves el dolor del otro y entonces pruebas tu propio dolor. “No necesariamente lo entiendes, pero incluso puedes llegar a hacerlo, como por ejemplo si hay un atentado en Irak, te disgusta porque lo entiendes cognitivamente, con el pensamiento. Así que esta es la tercera función de las neuronas espejo, por eso les llaman neuronas de la empatía, porque permiten transformar las emociones del otro en una emoción tuya”.

La pregunta obligada entonces es si esta es la prueba de que somos seres sociales. “Ciertamente esta es una prueba, pero es un mecanismo que debe ser reforzado por la sociedad porque si la sociedad te dice que para sobrevivir se necesita ser malo y egoísta, y que todos los demás son tus enemigos, pues son mecanismos que corren el riesgo de atrofiarse, disminuir y al final te comportas como una carroña”, señala con el típico humor italiano.

Contactos sociales del tercer tipo. Ahora el tema son las redes sociales y las nuevas formas de establecer contacto con el otro, a la distancia, aun si dos personas se encuentran a unos cuantos centímetros de cercanía.

“Es una cuestión por la que yo estoy realmente preocupado, sobre todo por los jóvenes. Ya no se mira a los ojos de otros, la gente lo único que observa es un celular. En Italia veo cotidianamente a las madres que llevan a sus hijos en brazos o en una carriola al parque y van atentas siempre al teléfono, perdiendo el contacto con lo más cercano, esto es terrible porque la relación madre-hijo es la base de la socialización”, subraya.

“Son muchos los riesgos de este tipo de transformaciones en la manera que nos relacionamos con los otros y que parece que cada vez van peor, pues incluso cuando la gente está con su novio, con su pareja, está mucho más interesada en lo que puede ver en el teléfono que en la persona que tiene al lado”, señala el investigador, quien agrega que de esta forma los mecanismos que desatan las neuronas espejo se vuelven más débiles:

“Se refuerzan si tienes relaciones realmente humanas, pero disminuyen si tus relaciones son con una máquina, es decir si todo el tiempo sólo hablas por Skype, las personas de pronto se convierten en personas virtuales y te enamoras de gente que en realidad nunca has visto e insultas a personas que en realidad no conoces. Este tipo de mundo virtual no es sano”.

Diferentes grupos de investigadores han retomado este tipo de conocimientos para tratar a pacientes con autismo, sin embargo Rizzolatti explica que es un campo muy complejo que se ha pretendido simplificar, pero en realidad es un trastorno neurológico complejo en donde tienen que ver diversas variantes como la inteligencia y la epilepsia, entre otras, es así que comprende un enorme rango de situaciones que van mucho más allá de un déficit de sociabilización por lo que la cura y la terapia es un proceso más complicado.

Sin embargo, el Miembro Extranjero de la Academia Nacional de Ciencia en EU y ganador de los premios Feltrinelli de Medicina, IPSEN de Neuroplasticidad , Grawemeyere de Psicología y recientemente el Premio Lombardia è Ricerca, señala que a donde los están llevando este tipo de estudios es al área de la rehabilitación.

“El sistema espejo puede ser reactivado o bien aparecer, si se observa a los otros, es así que nos dimos cuenta que cuando alguien tiene un problema con el movimiento del brazo, viéndolo moverse bien activa a las neuronas que están aún vivas”.

Giacomo Rizzolatti explica que este tipo de estímulos tienen un potencial de rehabilitación notable, sobre todo ahora que la tecnología permite utilizar la realidad virtual para que la persona no perciba todo el proceso de rehabilitación como algo aburrido, sino que lo haga sentir como si en realidad ya tuviera una movilidad óptima en esa parte del cuerpo para estimularlo en una recuperación más rápida. Finaliza que este tipo de uso virtual de la tecnología sí es útil y es donde se están canalizando sus esfuerzos en la actualidad; pero el otro mundo virtual, el que se niega al contacto humano real, aún en la disponibilidad de tenerlo, es simplemente preocupante.

Universal
12/06/2018

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