Cuando en 2007, a Pasqual Maragall le dijeron que tenía Alzheimer, ya era demasiado tarde para revertir la enfermedad. Pero fiel a su carácter entusiasta dijo: «En ningún lugar está escrito que el Alzheimer sea invencible». Pocos meses después, en 2008, puso los primeros cimientos de la Fundación Pasqual Maragall, con la idea de investigar esta enfermedad neurodegenerativa. Y diez años después, su director, Jordi Camí, se atreve a decir que «canviar la historia de esta enfermedad es posible». En este tiempo, se han descubierto cosas como que sólo un 1 % de los casos de Alzheimer pueden atribuirse a la genética, que el 99 % tiene un origen multifactorial y aunque no hay ninguna fórmula que garantice que se pueda evitar su desarrollo, la adopción de hábitos saludables contribuye a que el cerebro sea más resistente a las demencias. Los médicos cada vez están más convencidos de que la salud cardiovascular influye en la salud mental. Evitar la hipertensión, la diabetes, el tabaco, el sobrepeso y el aislamiento social ayudaría a prevenir el Alzheimer.
Prevenir es la obsesión del doctor Camí. Sabe que cuando a una persona se le diagnostica Alzheimer está ya en una fase de no retorno. Pero también sabe que existe una fase preclínica que se inicia de manera silenciosa entre 15 y 20 años antes de que se manifiesten los primeros síntomas clínicos. «Eso explica por qué los ensayos clínicos han fracasado, porque se ha actuado en pacientes en los que la enfermedad tenía un largo recorrido», dijo ayer en la presentación de un estudio único en el mundo que acaba de iniciar la Fundación Pasqual Maragall para analizar el riesgo de desarrollar una demencia en cinco años cuando hay pérdida de memoria. Lo hará a través de la nueva Unidad de Investigación Clínica en Prevención de la Demencia, que dirige el doctor José Luis Molinuevo.
Se trata de un estudio pionero porque «actualmente hay un vacío en la prevención y abordaje del riesgo de sufrir demencia en el sistema sanitario», explicó el doctor Molinuevo, que quiere encontrar las herramientas para reducir el porcentaje de desarrollar una demencia y si funcionan, trasladarlas a las autoridades para que el sistema de sanidad público pueda avanzarse a la enfermedad.
Para progresar en el descubrimiento de fórmulas efectivas para prevenir o retardar las demencias, que actualmente afectan a más de 50 millones de personas en el mundo, primero hay que localizar a las personas con riesgo de padecer una y antes, los médicos deben aprender cómo hacerlo. He ahí el porqué de esta investigación, en la que participarán 400 personas voluntarias, de entre 60 y 80 años, que perciban que tienen problemas de memoria, concentración, orientación o lenguaje.
El estudio durará tres años y los voluntarios no tienen que haber sido diagnosticados de ningún tipo de demencia ni tenir contraindicaciones para realizar resonancias magnéticas. Las personas que cumplan los requisitos pueden responder ya un cuestionario en la web www.prevenciodemencia.org. Con un sistema de algoritmos, que tienen en cuenta factores de riesgo que inciden en el desarrollo de la enfermendad, se hace una primera selección de voluntarios. Los que pasan el primer filtro, se visitan con el neurólogo y se realizan pruebas cognitivas y de neuroimagen. Con la información recogida, se calcula el porcentaje de riesgo de sufrir demencia en los próximos cinco años y se ofrece un plan de acción individualizado, que contempla participar en otros estudios y ensayos clínicos para reducir este riesgo. «Sólo con más conocimiento, lograremos prevenir para en un futuro no tener que curar», resumió Camí.
La Razón
22/05/2018