La profunda reforma del sistema educativo que el presidente francés, Emmanuel Macron, ha puesto en marcha desde su llegada al Elíseo incluirá una medida que reconoce la importancia de la educación en los primeros años de la infancia y se orienta a combatir la desigualdad. A partir del curso 2019-2020, la escolarización será obligatoria partir de los tres años en lugar de los seis que contempla la actual legislación.
El presidente anunció la propuesta este martes durante la inauguración de unas Jornadas sobre educación infantil que se celebran en París y subrayó que su intención es que este ciclo escolar no sea considerado como algo “opcional” sino que se inscriba plenamente en el sistema para que el niño se desarrolle desde una edad temprana recurriendo, por ejemplo, al arte y a la música. Se trata, ha dicho, de ofrecer una “tercera vía educativa” que concilie “la exigencia cognitiva con la exigencia afectiva”.
Algunos expertos consideran este paso meramente simbólico porque el 97% de los niños de tres años ya acuden a la escuela. Sin embargo, eso no impide que haya entre 20.000 y 30.000 que estén fuera del sistema. Además, en sitios como Córcega o las regiones de ultramar, el número de niños menores de 6 años escolarizados es sensiblemente menor que en el resto del territorio francés.
Paliar este tipo de desigualdad y, sobre todo, la que afecta a los barrios más depauperados, donde se concentra la población de origen inmigrante que a menudo deja a los niños en casa, es uno de los principales objetivos del presidente quien, durante la campaña electoral, se comprometió a atajar la raíz del fracaso escolar. En Francia, la escolarización es obligatoria para los niños entre 6 y 16 años desde 1959.
El Elíseo justifica rebajar el umbral por un doble motivo. Por un lado, para que la escuela sea “un lugar de igualdad real” y, por otro, para reconocer el valor de la escuela infantil, que no debe verse como una especie de “guardería universal o como la simple preparación del niño para acceder a la educación primaria”. “El reto es afirmar la identidad propia de la escuela infantil como una verdadera escuela dirigida hacia la adquisición de la lengua y el desarrollo del niño”, señala.
Consecuencias prácticas
Según el ministro de Educación, Jean Michel Blanquer, el anuncio del presidente tiene un alcance simbólico pero también consecuencias prácticas porque reconoce la importancia decisiva de los primeros años de la vida para el aprendizaje. “Hace siglos que lo intuíamos pero ahora tenemos la prueba gracias a las ciencias cognitivas y a la psicología”, ha destacado.
Ahora el Ministerio tendrá que especificar qué presupuesto destinará a la reforma, para la que se calcula que se necesitarán mil plazas de profesores suplementarias. Las escuelas infantiles de Francia tienen una ratio de 23 alumnos por profesor, cuando la media de la OCDE esta en torno a los catorce.
Agencias
1/04/2018