Tras realizar una encuesta en Mar del Plata, especialistas de la Universidad Fasta encontraron que no hay un correlato exacto entre la apreciación personal del nivel auditivo que tiene cada persona con el real que experimenta: de los que creen escuchar sin problemas un 57% en realidad tiene una hipoacusia.
Según se desprende de estos datos recogidos por la licenciada en Fonoaudiología, Florencia Fernández, la capacidad auditiva de la gente determina el grado de eficacia en la comunicación, relaciones sociales, actividades, calidad de vida y bienestar general.
En las conclusiones del estudio, la egresada consideró que "la valoración que la persona hace está sujeta a la antigüedad de la pérdida auditiva que puede llevar adaptarse a ella la negación del déficit (muchas personas atribuyen no distinguir ciertos sonidos de las palabras a formas de expresarse o hablar de quienes los rodean), subestimar el grado de déficit adquirido, las necesidades particulares de la audición según sea o no indispensable en el trabajo, en una vida social activa, o en las diferentes actividades que se realicen".
Con respecto a las manifestaciones físico emocionales, se produce cuando la persona detecta y es consciente que el déficit sensorial dificulta las situaciones de escucha, y para ello es necesario apenas una pérdida de grado leve-moderado en ciertas frecuencias de la escucha humana. Dentro de las manifestaciones físico emocionales, el mayor porcentaje lo arrojó el "nerviosismo" o tensión emocional, que se encuentra exacerbado cuando a la dificultad para oír, se agregan acúfenos (llamados por la población zumbidos y chillidos).
En cuanto a las relaciones interpersonales con personas allegadas, el 40% de la muestra señaló que las personas discuten más con las personas más cercanas como consecuencia del déficit auditivo; el esfuerzo que debe hacer el interlocutor para hacerse escuchar, malos entendidos, preocupación por peligros o dificultades diarias, como no escuchar el teléfono, por ejemplo.
La pérdida auditiva, también lleva a muchas personas a rehusarse a realizar actividades usuales, de tipo social, dada la rápida percepción de la interferencia que dicho déficit provoca en la vida. Por otra parte sólo el 16% de las personas que trabajan sienten estar perjudicados laboralmente a causa del problema auditivo.
El 20% de la muestra total refirió haberse modificado en alguna medida su calidad de vida como consecuencia del problema auditivo. Esta modificación se interpreta como síntesis de las dificultades y obstáculos a los cuales se enfrentan dichas personas: comunicación, relaciones interpersonales, trabajo, actividades diarias y recreativas. Este porcentaje trepa a 39% si la pérdida es de grado moderado.
Sólo el 30.3% concurrió a la campaña sin hallarse en ellos ningún compromiso audiológico, mientras que el 69.7% restante, lo hizo con un problema auditivo ya instalado. "Esto habla de la escasa preocupación por el control de la audición que las personas otorgan a su salud auditiva", destacaron las especialistas.
Los resultados estadísticos, análisis y conclusiones de dicha campaña están a disposición del público para su consulta en la Biblioteca de la Universidad FASTA sede San Vicente de Paúl bajo el título de la tesis "La incidencia de una pérdida auditiva en la calidad de vida".
La encuesta surgió dentro del marco de una campaña que organizó la licenciatura en Fonoaudiología en 2004 con la participación de fonoaudiólogas egresadas de la Universidad y alumnas del último año de la carrera, bajo la coordinación de Noemí Colacilli y la supervisión del otorrinolaringólogo, Sacchetti.
En la oportunidad se convocó a la población a realizarse gratuitamente una evaluación audiológica como control de la audición. El objetivo primordial de la campaña fue concientizar a la sociedad de que la audición forma parte de la salud biosicosocial del ser humano, y por otro lado, detectar las dificultades audiológicas en forma personal.
UFASTA
15/03/2006