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¿Es la dislexia un trastorno que tiene su origen en los ojos? Las asociaciones de disléxicos y los doctores consultados lo niegan. Afirman que es un problema de las áreas cerebrales relacionadas con el lenguaje. Su respuesta contrasta con el argumento de los científicos que han hallado recientemente una posible causa fisiológica en este asunto. Pero seguirán investigando esta alteración que afecta a un 10% de la sociedad.
La dislexia es la “dificultad en el aprendizaje de la lectura o la escritura, frecuentemente asociada con trastornos de coordinación motora”, según la define la Real Academia Española. Estos investigadores matizan que su origen podría estar escondido en las células fotorreceptoras (bastones y conos) del órgano de la visión.
En concreto, han descubierto que las personas afectadas por el trastorno carecen de un ojo dominante, que es el encargado de enviar información prioritaria al cerebro.
“Un problema de las áreas cerebrales”
Por el contrario, la Associació Catalana de Dislèxia (ACD) niega que este trastorno tenga origen en la vista. Fuentes de la entidad explican que “esta idea no tiene ninguna base científica basada en la evidencia”. Remiten al estudio Eficacia de las intervenciones para el tratamiento de la dislexia: una revisión (2014), del Colegio de Logopedas del País Vasco.
Este argumento lo riegan también desde el departamento de pediatría y neuropediatría del hospital Sagrado Corazón de Barcelona. Añaden que las terapias visuales en las ópticas se han puesto de moda recientemente y que, aunque algunos padres han quedado satisfechos, su eficacia no puede determinarse por casos anecdóticos.
La versión de los científicos
Los científicos Albert Le Floch y Guy Ropars, coautores del estudio que relaciona la dislexia con la parte más profunda del ojo, han publicado su hallazgo en Proceedings of the Royal Society B. Pero antes hay que entender, aunque sea de forma simplificada, cómo es el funcionamiento de la visión.
La luz entra por la pupila (la abertura en el centro del iris), atraviesa el cristalino (la lente) y se proyecta sobre la retina, un tejido sensible a la luz y donde esta se transforma en impulsos nerviosos mediante los bastones (más sensibles, pero no al color) y los conos (rojos, azules y verdes, que sí detectan el color).
En el centro de la retina se encuentra la fóvea, el área de visión más clara. Se trata de una diminuta muesca que carece de bastones, pero está repleta de conos verdes y rojos. Ésta es redonda, pero irregular, y más pequeña en uno de los dos ojos en las personas sin el trastorno; es idéntica en ambos órganos en personas disléxicas.
Ello puede confundir al cerebro produciendo imágenes ligeramente diferentes, según han expuesto los coautores. Apuntan que “la falta de asimetría podría ser la base biológica y anatómica de las discapacidades de lectura y escritura”.
Una lámpara led estroboscópica
¿Tiene solución? Menos la muerte (y por ahora), todo la tiene. Han desarrollado un método para borrar la imagen especular confusa: una lámpara led que parpadea a una velocidad imperceptible, pero que “cancela” una de las imágenes que recibe el cerebro. Es decir, lo engaña con un mecanismo que le hace creer que sí hay un ojo dominante. No obstante, hacen falta más pruebas para comprobar que realmente funciona.
Cabe señalar en este sentido que la fóvea proporciona más de la mitad de la información visual que llega al cerebro, y es fundamental para actividades que requieren precisión y detalle, como la lectura. Curiosamente, esta parte del ojo tiene menos sensibilidad a las variaciones rápidas de la luz, ya que la respuesta de los conos que allí se encuentran es dos veces más lenta que los de aquellos situados en la retina periférica.
Psicólogos, logopedas, neuropsicólogos y psicopedagogos
De vuelta al hospital Sagrado Corazón, las fuentes consultadas insisten en que la ciencia ha demostrado que la base del trastorno es el lenguaje. Describen que, siglos atrás, la dislexia se entendía como ceguera verbal. Por ello, tal vez, algunos profesionales del campo de la óptica y la optometría siguen recomendando las terapias visuales.
Desde el hospital, sugieren acudir a personas con formación específica, que pueden ser logopedas, psicólogos, neuropsicólogos y psicopedagogos, entre otros, para tratar esta alteración. Advierten de que un disléxico nunca tendrá la fluidez en la lectura de alguien que no lo es, y que cometerá más errores ortográficos, pero se trata de mejorar al máximo para que ello no le condicione el futuro. El trastorno es compatible con los estudios universitarios.
Imprescindible la adaptación de la escuela
¿Cómo se detecta la dislexia? No hay ninguna prueba. Lo adecuado es ponerse en manos de un profesional especializado en los trastornos del aprendizaje. Sí es posible observar algunas características comunes en los afectados: dificultades para leer, confusión u omisión de letras, inversión de sílabas, problemas para expresar una palabra o retener secuencias (días de la semana, meses, horas) y faltas de ortografía.
La dislexia tiene un componente genético. Es el trastorno más habitual del aprendizaje y es necesaria una reeducación específica. La persona afectada debe tomar conciencia fonológica y hacer un entrenamiento explícito del proceso lector. Cuando los niños van creciendo, reciben ayudas destinadas a compensar las dificultades. Existen hoy ayudas tecnológicas. Pero, sobre todo, es esencial la adaptación metodológica escolar. En caso contrario, son habituales problemas de autoestima y ansiedad.
Centros de visión
Efectivamente, hay centros ópticos que ofrecen tratamientos para la dislexia. Uno de ellos es Área Oftalmológica Avanzada (AOA) que, no obstante, vende la terapia como un "complemento" para ayudar a manejar el trastorno. En cuanto al éxito de la misma, hasta en tres ocasiones elude dar una respuesta.
¿En qué consiste la terapia? Son sesiones de entrenamiento de 40 minutos en la consulta, complementadas con ejercicios de 20 minutos en casa durante dos meses y medio. El centro distingue entre dos estrategias terapéuticas: la estimulación sensoperceptiva y la estimulación central.
Origen multifactorial
La primera consiste en el trabajo con estímulos verbales-visuales proyectados en una pantalla para mejorar la precisión y rapidez "en la discriminación visual", "organización espacial" y "localización de letras y fonemas en medio de las palabras de dichos estímulos". La segunda utiliza variedad de estímulos lingüísticos, sintácticos, gramaticales y de contenido verbal para permitir mayor actividad del hemisferio cerebral izquierdo. En ambos casos se usa un eyetracker, una herramienta de seguimiento ocular.
En esta clínica afirman que el origen de la dislexia es multifactorial y que la visión forma parte del trastorno. En cualquier caso, hacen referencia a estudios que determinan cambios y alteraciones en los cerebros de pacientes disléxicos. Eso sí, en AOA distinguen entre dislexia adquirida (accidente, infección) y dislexia del desarrollo. Finalmente, remarcan el trabajo del oftalmólogo y el optómetra, y matizan que debe ser "siempre en colaboración con psicólogos y psiquiatras".
“No se cura”
En la misma línea se expresa la especialista Gloria Hermida, del Centro de Optometría Comportamental San Francisco, en su artículo Dislexia y visión: "Aunque la dislexia no sea un problema visual y no se cure, con la terapia visual podemos ayudar a mejorar el rendimiento".
Crónica
18/12/2017