La Hipoacusia es la pérdida total o parcial de la audición por uno o ambos oídos y puede afectar por igual a niños y adultos, pero en el caso de los menores es mucho más grave, sobre todo, en los primeros meses de vida, porque puede afectar el desarrollo mental, psicosocial, cognitivo y del lenguaje oral de los infantes.
De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud, en todo el mundo hay cerca de 32 millones de niños que padecen de esta patología, que de ser detectada a tiempo puede ser tratada con alta probabilidad de superación. En Colombia se estima que cerca de cinco millones de personas padecen de algún grado de pérdida de audición.
Pero, en caso contrario, si el diagnóstico no es oportuno y el tratamiento no es iniciado a tiempo ni es el más indicado, la pérdida auditiva en una etapa temprana puede tener un impacto negativo en el desarrollo personal del niño, así como en los ambientes educativo, social y profesional a lo largo de su vida.
De acuerdo con Jorge Almario, Otoneurólogo y asesor Médico de la compañía Cochlear, y Constanza Acevedo, Fonoaudióloga y Presidente de la Fundación ECO, los síntomas más comunes a los que especialmente los padres de familia deben prestar mucha atención para detectar a tiempo una posible Hipoacusia en los primeros meses de vida del niño son los siguientes.
1. En recién nacidos:
Al nacer todos los bebés deben recibir una prueba de audición. Los especialistas recomiendan las Otoemisiones Acústicas (OAE) y/o los Potenciales Evocados Auditivos Automatizados (PEAA), exámenes confiables, seguros y no invasivos que permiten detectar si el bebé cuenta con una audición normal.
2. De cero a tres meses:
Una vez el bebé está en la casa se debe poner atención a su respuesta a sonidos ambientales, como el ruido de una puerta al cerrar o de sus juguetes. Aproximadamente, a los dos meses de edad los niños comienzan a hacer sonidos y se tranquilizan al escuchar voces familiares. Si esto no ocurre es importante acudir a un especialista para descartar la presencia de un problema de audición.
3. De tres a seis meses:
En esta etapa los niños se calman y muestran entusiasmo con sonidos familiares, también atienden a los sonidos del lenguaje. A pesar de que todos los bebés tienen un desarrollo diferente, generalmente entre los cinco y seis meses de edad ellos empiezan a balbucear palabras y giran la cabeza hacia el sitio de donde viene un sonido fuerte.
4. De seis a nueve meses:
Es importante verificar que los niños respondan a sonidos que no ven y a su nombre, a intensidad de voz moderada en ambientes con ruido. Por otra parte, los padres deben identificar si el bebé emite sonidos ante la presencia de música y canciones.
5. De nueve a doce meses:
En este momento, los bebés repiten sonidos producidos por otras personas y también entienden cuando son regañados. A los once meses los niños ya pueden producir sus primeras palabras. En caso de que el bebé no emplee la vocalización en su comunicación y carezca de respuestas a los estímulos auditivos en su entorno, los padres deben visitar al especialista para descartar una pérdida auditiva.
6. Durante los primeros años:
Después del primer año de vida, los niños atienden a sonidos y palabras nuevas. Hacen uso de diversas expresiones e identifican ritmos de canciones infantiles. Para los 18 meses, el bebé está en capacidad de localizar la fuente del ruido en diferentes planos; además, saluda y se despide de personas que conoce.
Los bebés y niños que no pueden oír bien suelen presentar episodios de agresividad y/o aislamiento, porque no se pueden comunicar o no entienden lo que se les dice. Los padres deben estar alerta a cambios repentinos de comportamiento en el bebé o el niño.
7. En edad preescolar:
Una vez el niño comienza a asistir al jardín o al colegio, los maestros pueden notar dispersión de su atención si no está escuchando bien. Además, los cambios en el comportamiento de los niños y el retardo en el desempeño del lenguaje, si se compara con niños de la misma edad, también son signos de alerta para los profesores. En estos casos, los profesores deben alertar a los padres y sugerir la realización de los exámenes necesarios para descartar una deficiencia auditiva.
Si bien, un bebé puede nacer con audición normal, con el paso del tiempo podría perderla, por lo cual los padres, cuidadores y profesores juegan un papel clave en la detección temprana de esta patología.
En ese sentido, el otoneurólogo Almario hace énfasis en la importancia de “realizar evaluaciones anuales a lo largo de la etapa escolar. En caso de haber un signo de alerta, la evaluación se debe realizar de manera inmediata”.
El Heraldo
30/11/2017