En las sociedades latinoamericanas las personas afrodescendientes aún sufren las consecuencias del racismo.

Ellas se encuentran con limitaciones bastantes marcadas cuando deciden establecer relaciones sexo-afectivas, sociales o constituir una familia.

A pesar de que América Latina se considera como un continente heterogéneo y multicultural, primero, como secuela del proceso de la colonización europea, sumado a la emigración de la población africana hacia América buscando la explotación de los recursos, se hace presente el racismo.

En segundo término, la movilización de la ciudadanía, principalmente desde Europa durante la primera y segunda Guerra Mundial. Todos estos factores consolidaron la combinación cultural, definida por Macionis y Plummer (2007) como “las diferentes maneras en que elementos de una cultura (lenguaje, costumbres, símbolos) se recombinan con elementos de otra”.

Esta pluralidad cultural y étnica regularmente se espera que sea en términos de algunos valores sociales, es decir, del respeto, la igualdad, la armonía. No obstante, la diversidad y los prejuicios sociales junto a los antivalores que están presente hoy en día en las sociedades latinas hacen que los afrodescendientes se vean afectados.

Esto genera distintas respuestas. Por un lado, están las familias bien conformadas, que se encargan de inculcar los valores como la igualdad, el respeto y la empatía. Pero, por otro lado, tenemos las familias disfuncionales, que provocan el efecto contrario, una serie de antivalores que se multiplican muy rápido y uno de ellos es sin duda, el racismo.

Citando a Erving Goffman (1963), “en la medida en que la interacción se da con un desconocido, las probabilidades de ser estigmatizado son más altas, sin embargo, la familiaridad no siempre reduce el menosprecio”

Además, el sociólogo agregó: “La institución familiar al ser uno de los principales agentes socializadores también habrá de ser escenario para la transmisión, reproducción y mantenimiento de prácticas de racismo”.

La mejor escuela de valores

Es de suma importancia que la mejor escuela de valores sea la familia, en el hogar es donde nacen y donde se enseñan todos los valores que el individuo utiliza para formar su personalidad, lo que definirá sus acciones en un futuro.

La sociedad debe generar los medios para anular las evidencias de la persona racista, no herir sus sentimientos o afectar su autoestima, con el objetivo de mantener su condición de privilegio y poder dentro de la relación

Segundo Enfoque
12/11/2017