Un estudio a largo plazo de casi 3.000 adultos, de entre 57 y 85 años de edad, reveló que aquellos que no podían identificar al menos cuatro de cada cinco olores comunes presentaban más del doble de probabilidades de desarrollar demencia a los cinco años.
Aunque el 78 por ciento de los examinados eran normales, identificando al menos cuatro de cada cinco aromas, el 14 por ciento podría nombrar sólo tres de cinco, el 5 por ciento era capaz de identificar sólo dos perfumes, el 2 por ciento tenía habilidad para nombrar uno y el 1 por ciento de los sujetos del estudio no fue capaz de identificar ni un solo olor.
Cinco años después de la prueba inicial, casi todos los sujetos del estudio que no pudieron nombrar un único olor habían sido diagnosticados con demencia. Casi el 80 por ciento de los que aportaron sólo una o dos respuestas correctas también tuvieron demencia, con una relación entre el grado de pérdida de olor y la incidencia de demencia.
"Estos resultados muestran que el sentido del olfato está estrechamente relacionado con la función cerebral y la salud", explica el autor principal del estudio, Jayant M. Pinto, profesor de Cirugía en la Universidad de Chicago, Estados Unidos, y especialista que estudia la genética y el tratamiento de las enfermedades del olfato y sinusales. "Creemos que la capacidad del olfato específicamente, pero también la función sensorial más ampliamente, puede ser un signo temprano importante, indicando las personas con mayor riesgo de demencia", añade.
"Necesitamos entender los mecanismos subyacentes --agrega Pinto-- para que podamos entender las enfermedades neurodegenerativas y esperamos desarrollar nuevos tratamientos e intervenciones preventivas. La pérdida del sentido del olfato es una señal fuerte de que algo ha salido mal y se ha hecho un daño significativo. Esta simple prueba de olores podría proporcionar una manera rápida y barata de identificar a aquellos que ya están en alto riesgo".
El estudio titulado "La disfunción olfativa predice la demencia subsecuente en adultos mayores de EE.UU.", publicado el pasado 2 de septiembre en "Journal of the American Geriatrics Society", es la continuación de un artículo relacionado de 2014, en el que la disfunción olfativa se asoció con un mayor riesgo de muerte dentro de cinco años. En ese estudio, la pérdida del sentido del olfato era mejor predictor de muerte que un diagnóstico de insuficiencia cardiaca, cáncer o enfermedad pulmonar.
LA PÉRDIDA DE OLFATO INFLUYE NEGATIVAMENTE EN EL BIENESTAR
Para ambos estudios, los investigadores utilizaron una herramienta bien validada, conocida como "Sniffin"Sticks", unos dispositivos en forma de bolígrafo con punta de fieltro, en lugar de tinta, que se infunden con olores diferentes. Los sujetos de estudio huelen cada artículo y se les pide que identifiquen ese olor, uno cada vez, de un conjunto de cuatro opciones. Los cinco olores, en orden de creciente dificultad, eran menta, pescado, naranja, rosa y cuero.
Los resultados de las pruebas mostraron que el 78,1 por ciento de los examinados tenían un sentido del olfato normal; el 48,7 por ciento identificó correctamente cinco de los cinco olores y el 29,4 por ciento detectó cuatro de cada cinco. El 18,7 por ciento, considerado "hipósmico", obtuvo dos o tres de cada cinco respuestas correctas y el 3,2 por ciento restante, denominado "anósmico", podría identificar sólo uno de los cinco aromas (2,2%), o ninguno (1%).
El nervio olfativo es el único nervio craneal directamente expuesto al medio ambiente. Las células que detectan olores se conectan directamente con el bulbo olfatorio en la base del cerebro, exponiendo potencialmente el sistema nervioso central a peligros ambientales como la contaminación o los patógenos. Los déficits olfativos son a menudo un signo temprano de la enfermedad de Parkinson o de Alzheimer y se agravan con la progresión de la enfermedad.
Perder la capacidad de oler puede tener un impacto sustancial en el estilo de vida y el bienestar, dice Pinto, especialista en enfermedades de los senos nasales y miembro de la Sección de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello en la Escuela de Medicina de la Universidad de Chicago.
"Los olores influyen en la nutrición y la salud mental --afirma Pinto--. Las personas que no pueden oler se enfrentan cada día a problemas diarios como saber si los alimentos están estropeados, detectar el humo durante un incendio, o evaluar la necesidad de una ducha después de un entrenamiento. Ser incapaz de oler está estrechamente asociado con la depresión, ya que la gente no tiene tanto placer en la vida".
"Este sentido especial evolutivamente antiguo puede señalar un mecanismo clave que también subyace a la cognición humana", afirma la coautora del estudio, Martha K. McClintock, profesor de Psicología del Servicio David Lee Shillinglaw de la Universidad de Chicago, que ha estudiado el olfato y la comunicación feromonal a lo largo de su carrera.
McClintock señaló que el sistema olfativo también tiene células madre que se auto-regeneran, por lo que "una disminución en la capacidad de oler puede señalar un declive en la capacidad del cerebro para reconstruir componentes clave que están disminuyendo con la edad, dando lugar a los cambios patológicos de muchas demencias diferentes".
Infosalus
17/10/2017