No es un misterio que las afecciones del habla no pasan inadvertidas y menos en la infancia, donde los establecimientos educacionales se convierten en el centro de la interacción y el primer escollo para un niño que es tartamudo. Profesionales del área dan sus consejos para apoyarlos.
Un niño o niña con tartamudez nunca debe ser aislado o marginado en tareas como contar historias, responder, exponer sobre temas diversos o dar cuenta de sus intereses entre sus compañeros y profesores, por el contrario, debe ser acompañado desde la contención.
Así lo explica la fonoaudióloga y académica de la Universidad Andrés Bello, Claudia Figueroa, quien señala que junto con una terapia progresiva, es fundamental el reforzamiento a nivel emocional de los niños con este desorden en la comunicación para superarlo progresivamente e ir generando confianza en ellos mismos y lo que pueden lograr.
Para ello, indica la profesional, el rol de los padres el fundamental en la edad escolar, puesto que los hijos se apoyarán en ellos para superar este problema de la manera más natural, siguiendo una pauta de recomendaciones para que sorteen las dificultades que les impone el trabajo en la sala de clases.
1.- Crear un ambiente seguro para los niños que tartamudean. Esto es dar el espacio y los tiempos necesarios para iniciar y terminar sus intervenciones comunicativas.
2.- No interrumpir las interacciones verbales de los menores que tartamudean. Por muy incómodas que parezcan, su sentido de competencia se afecta si son coartados en sus posibilidades verbales.
3.- No hacer referencias como “Tranquilo”, “Respira antes de hablar”, “Dilo más relajado”. Los niños que tartamudean no lo hacen porque están nerviosos, es su sistema neurobiológico el que desencadena la dificultad y empeora con la presión del entorno, además de mal interpretar lo que padecen.
4.- Acordar y practicar con ellos sus exposiciones o intervenciones, de manera sencilla y clara. Quieres contarnos…? Quieres hablar de…? Sin limitarlos de antemano a una no exposición.
5.- Una vez que el niño logre una expresión de ideas, que el adulto las modele desde su significado y no desde la forma (como lo dijo). Por ejemplo, es útil enunciar “Ah, tú me dices que…” “Ok! Entonces tu opinión es…” “Qué interesante, entonces tú dices que….” Utilizando sus ideas de tal manera de generar una seguridad y sentido de competencia armonioso.
La Nacion
14/09/2017