“Da siempre lo mejor, y lo mejor vendrá”, decía la Madre Teresa de Calcuta. En consonancia con esta premisa, un pequeño estudio, publicado en Nature Communications, sugiere que ser generoso con los demás podría ser la clave para alcanzar la felicidad y mejorar nuestro bienestar.
Pero debe ser algo desinteresado, pues como cita una frase atribuida al Dalai Lama: “cuando uno es generoso, con la intención de recibir algo a cambio, de obtener una buena reputación o de ser aceptado, entonces no está actuando como un ser iluminado”. En la investigación, los científicos observaron que los voluntarios se sentían más felices cuando gastaban dinero en otros que cuando recibían un regalo.
Esta respuesta fue verificada a través de una resonancia magnética que mostró que las decisiones generosas y la felicidad estaban relacionadas con la interacción entre dos áreas cerebrales, la unión temporal parietal y el estriado central. De manera que, para que nos sintamos bien con los actos dadivosos, estas regiones involucradas en la empatía y la cognición social necesitan ‘sobrescribir’ los motivos egoístas en las áreas relacionadas con las recompensas.
Para la investigación, el equipo de la Universidad de Zurich pidió a 50 voluntarios que pensasen en qué regalarían a un ser querido. A continuación, se les proporcionó dinero y se les dividió en dos grupos: a una mitad se les dijo que podían gastarlo en ellos mismos y a la otra, que lo destinaran en obsequiar a un conocido. La resonancia mostró que se activaron más las áreas asociadas a la felicidad de aquellos que lo empleaban en otra persona.
Por otro lado, llegaron a la conclusión de que la cantidad de dinero que se les proporcionaba no fue relevante. Según los científicos esto podría ser una prueba de lo relevantes y beneficiosos que pueden ser los pequeños gestos, como llevar un café a tu compañero de oficina por la mañana.
La Vanguardia
17/09/2017