Más de año y medio lleva Manuel Darío Castro Guzmán intentando demostrar que aprendió a manejar y que es apto para acceder a una licencia de conducción.
Es sordo. Nació hace 28 años cuando apenas alcanzaba las 22 semanas de gestación. Su llegada al mundo la describen como un milagro y de ese traumático nacimiento, la única secuela que le quedó fue un diagnóstico de anacusia bilateral congénita.
No importó. La discapacidad nunca significó un obstáculo para el inquieto Manuel. Estudió primaria y bachillerato en colegios en los que se forman jóvenes oyentes junto a otros que padecen discapacidades auditivas como él. Eso le permitió aprender a comunicarse por lenguaje de señas y a entender sin muchas dificultades al resto de personas.
Al graduarse como bachiller, comenzó a estudiar tecnología de sistemas en la Universidad Tecnológica de Bolívar, pero desistió en los primeros semestres. No por falta de interés o por mal desempeño académico, sino por la insuficiencia de intérpretes de lengua de señas, en ese momento, en el centro de estudios. Sin embargo, completó cursos de fotografía en Bellas Artes y otros más en el Sena, y además se destaca como deportista, por lo que frecuentemente viaja solo a otras ciudades. Ahora, trabaja en el Archivo Distrital, pero también adquirió experiencia como archivista en una caja de compensación familiar. Convive con su mujer y su hija, de 3 años, en el barrio San José de Los Campanos.
RUTA DE OBSTÁCULOS
“Nos acostumbramos a solo sentir lástima por los discapacitados, pero no los estamos incluyendo socialmente”, dice Manuel Castro De Voz, el papá de Manuel Darío.
El joven realizó un curso de conducción en una autoescuela de la ciudad. Pese a que ese instituto no cuenta con intérpretes, Manuel Darío pudo comunicarse con su instructor a través de señales básicas y aprendió rápido a conducir, según explica a través de su papá.
Aprobó el curso práctico en la categoría B1, que en teoría lo habilita para manejar automóvil, motocarro, cuatrimoto, campero, camioneta y microbus, pero hasta ahora no ha podido mover un carro por alguna vía de Cartagena, ya que el trámite de la licencia se frena en la fase de expedición de certificados de aptitud física a través de exámenes médicos, mentales y de coordinación motriz.
“De entrada lo descalifican porque es sordo, sin tener en cuenta que antes de realizar el curso de conducción, audiólogos y otorrinolaringólogos le certificaron que no tiene impedimentos para conducir, mientras use un audífono que él ya tiene”, cuenta Manuel padre.
Y a pesar de las trabas que han vivido la mayoría de personas sordas para conducir vehículos de manera legal, hay otros que con la misma discapacidad sí han logrado adquirir una licencia.
“En Colombia hay muchos sordos manejando. Mi hijo tiene amigos sordos que conducen y que consiguieron su licencia, pero para eso tuvieron que someterse a procesos anormales, pagándole a alguien para que haga su trampa”, afirma.
Una historia similar conoció El Universal. Es la de Javier*, quien tiene una deficiencia auditiva de nacimiento, la cual lo obliga a utilizar permanentemente un audífono, ya que su audición no es óptima. Reveló que hace 20 años su padre le enseñó a conducir. Por su condición, encontró dificultades para tramitar la licencia de conducción, por lo que su papá usó sus influencias en institutos y entidades. “Mi papá conocía a un político de la época, habló con él y me ayudó para que me dieran la licencia sin problemas”, dijo.
Este medio consultó a tres autoescuelas de la ciudad sobre la posibilidad de que una persona sorda realice un curso de conducción. En la primera, el personal a cargo no supo cuál es el procedimiento para el caso, ya que nunca han tenido estudiantes con discapacidades auditivas; en la segunda, contestaron que antes de recibir el curso la persona debe someterse a un examen médico que indique si es apto; mientras que en la tercera, la respuesta fue que aunque no han tenido aprendices sordos, son conscientes de que no hay impedimentos para que aprendan a manejar, pero saben que las dificultades comienzan al momento de enfrentarse a las evaluaciones de aptitud física, en las que, entre otras cosas, se realiza una audiometría (examen que evalúa la capacidad para escuchar sonidos).
“Personas con otras discapacidades pueden hacer muchas cosas, pero los sordos son los únicos discapacitados a quienes tienen apartados”, dice Manuel Darío a través de lenguaje de señas, en el que se alcanza a evidenciar un poco de impotencia.
EN BUSCA DE UNA REFORMA
Ante una vida de impedimentos, hace unos años se construye una opción para la población sorda, que beneficiaría no solo a Manuel Darío sino a todos los sordos del país, capacitados para conducir.
Teniendo en cuenta la modificación que hace un par de meses el Ministerio de Transporte realizó al proceso de expedición de la licencia de conducción (con la resolución 1349 de 2017, para mejorar la seguridad vial, garantizando la idoneidad de los conductores y adecuando al país a estándares internacionales), podría haber cabida a algunos aspectos que establecerían en la ley que las personas sordas sean aptas para conducir. Así lo explica Marcela Cubides, directora del Instituto Nacional para Sordos (Insor), quien en reunión con el Ministerio de Transporte sustentó la necesidad y el derecho que tienen las personas sordas de acceder a la expedición de la licencia de conducción, tal como ya está reglamentado en 99 países del mundo.
“Legalmente no está prohibido que las personas sordas puedan acceder a las licencias de conducción en Colombia, pero en la práctica todos los que quieren contar con una licencia deben someterse a exámenes físicos, en los que hay una audiometría que obviamente los sordos no pasan. Hicimos investigaciones sobre la situación a nivel internacional y encontramos que en la mayoría de países del mundo les permiten a los sordos conducir, como por ejemplo en todos los países de la Unión Europea, en parte de Estados Unidos y países latinoamericanos como Argentina, Brasil y Chile”, comentó Cubides a este medio.
Marcela Cubides argumenta que para las legislaciones de estos países, previo a permitir la expedición de la licencia para sordos, se han realizado estudios en los que se demuestran que el sentido más importante para conducir es el visual, así como que no existen estadísticas que prueben que los sordos sean causantes de accidentes, ni estudios que indiquen que son un riesgo para la seguridad vial.
“La nueva resolución que sacó el Ministerio nos conviene mucho. Es una oportunidad para que se tenga en cuenta todo esto, porque ahora será un examen personalizado para acceder a la licencia de conducción”, dice la directora de Insor.
REQUISITOS ESPECIALES
En caso de que sean aprobadas las solicitudes de Insor por el Mintransporte, las personas sordas que quieran adquirir la licencia tienen que cumplir unas condiciones especiales, que además de aprobar el curso práctico de conducción –el cual debería ser dictado en lenguaje de señas para garantizar que la persona sorda comprenda de manera efectiva el procedimiento y las normas de tránsito–, deben portar en su vehículo espejos retrovisores adicionales y señalización específica que alerte a los demás conductores y autoridades de tránsito de que es un sordo el que conduce.
“Luego de sustentar todos estos estudios, el viceministro de Transporte, Alejandro Maya, nos pidió que trabajáramos en un borrador de resolución, en lo que ya estamos. No será de un día para otro, pero ya tenemos la luz verde del Ministerio de trabajar en serio en el tema. Quizás a inicios del próximo año podría ser un hecho, ya que ahora es necesario establecer los lugares en donde se realizarían los exámenes de conducción para población sorda y la adecuación a los vehículos, lo que requiere tiempo”, afirmó Marcela Cubides.
El Universal
29/08/2017