La documentalista chilena Maite Alberdi califica a su última película, Los niños, como una obra llena de contradicciones. El filme es liderado por un grupo de adultos con Síndrome de Down que trabajan en una escuela y la categorización de su directora puede verse a lo largo todo el documental, en el que los protagonistas lidian con una sociedad que les plantea retos como adultos y límites como si fueran infantes.
Tras su estreno dentro del DocMontevideo y su exhibición en la Sala B del Auditorio Neilly Goitiño y Cinemateca desde el viernes pasado, la directora conversó con El Observador sobre el filme, ganador del Mejor documental en DocsBarcelona y el premio a la Mejor dirección femenina del Festival Internacional de Cine Documental de Ámsterdam, entre otros.
¿Cómo se originó la idea de filmar Los niños?
Empezó porque tengo una tía con Síndrome de Down. En La once (documental de Alberdi de 2014) salía mi abuela y ella decía que estaba preocupada con qué iba a pasar con su hija cuando ella no estuviera. Era un tema de mi abuela de siempre y de una generación de padres que criaron a sus hijos de forma bastante dependiente. Cuando mi tía nació dijeron que iba a vivir pocos años. La expectativa de vida era de 25 años, entonces nunca pensaron que estos hijos iban a ser adultos. No planificaron nada de eso. La expectativa de vida cambió y hoy en día es de 60 años, entonces toda esta generación es como un limbo y llegó a ser la más adulta de personas con Síndrome de Down en el mundo, pero nadie estaba preparado para eso.
Cuándo dice "nadie" se refiere desde las familias hasta...
Hasta el Estado. Como son las familias las que crean fundaciones e impulsan legislaciones de alguna manera no se trabajó en eso. (Las personas con Síndrome de Down) son adultos pero no tienen ninguno derecho como tal y toda la legislación está pensada hasta los 25 años entonces no tienen posibilidad de realizarse. Uno tampoco los puede juzgar a sus padres porque es otra generación y otro momento.
¿Cómo encontró a los protagonistas y a su lugar de trabajo?
Demoramos mucho tiempo. Busqué en todos los lugares porque yo quería trabajar con adultos. Por ley en Chile las personas con discapacidad intelectual pueden estar en talleres laborales o establecimientos públicos solo hasta los 25 años. En general había adultos que se quedan en la casa pero están aislados y los espacios que encontré eran instituciones privadas como esta y fui a todas las que había registradas para personas con discapacidad intelectual y este fue el lugar que me llamó la atención (el Centro Educacional Especial y Laboral Coocede) porque se veían los contrastes. Era un lugar que quieren que sean adultos conscientes pero también tienen gráficas como si tuvieran 5 años. Estaba lleno de imágenes contradictorias.
¿Cuál era el entendimiento de ellos sobre tu idea de la película?
Trabajamos solo con una cámara y mucho tiempo. Yo investigué un año que fui casi todos los días al colegio entonces era parte de la vida de ellos y era muy amiga y muy cercana. Era parte del lugar, entre que era una compañera y una profesora. Cuando llegué con la cámara ya había mucho tiempo de relación entonces como que no era un ente extraño. Grabamos un año y medio, tres días a la semana, todo el día. Los personajes no se olvidan de la cámara nunca porque en realidad tenía una cámara gigante que está encima, imposible olvidarla pero sí se acostumbran porque es tanto tiempo.
En la película, las personas que no tienen Síndrome de Down aparecen fuera de foco.
¿Cuál fue la decisión detrás de esa selección estética?
Yo soñaba con una película donde solo vieras personas con Síndrome de Down. Pero solo una ficción puede hacer eso. ¿Cuál era la forma de hacer un documental donde el mundo fuera Down? Uno entra a ese mundo y es un lugar aislado porque no se relacionan con el exterior. Cuando se relacionan les va mal, salen a vender y no venden. Son discriminados y están en esa especie de burbuja. Entonces, ¿cómo representar esa burbuja? Ya pasan diez minutos y se te olvida esa condición. Se definen perfiles: la que quiere trabajar, la que se quiere casar y la que es más niña. Tenés claros sus deseos y podés identificarte con ellos. El Síndrome de Down es un elemento pero no es el tema central. El tema central son sus deseos.
¿Qué conversación cree que se genera en el público una vez exhibida la película?
Depende. Para el público que no tiene ninguna relación con el Síndrome de Down, es muy distinta la discusión que se genera. En general, se sorprende con el nivel de profundidad de los personajes como de poder identificarse con personas que tal vez no pensaron que se podían identificar. Y se sorprenden de su ignorancia social.
El Observador
22/08/2017