Leer y escribir, habilidades que se suponen totalmente asimiladas para los estudiantes que acceden a una formación superior, se constata como una dificultad digna de estudio a raíz de los resultados de una investigación que pone sobre la mesa el porcentaje de estudiantes de primero de carrera -de todas las titulaciones de la Universidad de Málaga- que posee algún tipo de dificultad para leer y escribir.



En este sentido, de los 2.272 cuestionarios que se han repartido para conocer la incidencia real del problema en la UMA, un total de 348 estudiantes confesó poseer algún tipo de dificultad dentro del abanico de competencias lecto-escritoras. Esto supone un 15 por ciento del total, lo que se sitúa como una cifra «reseñable» para empezar a estudiar las variables que inciden en la problemática.



Bajo el título, 'Autoinforme sobre dificultades de lecto-escritura en estudiantes de primero carrera de la Universidad de Málaga', los profesores de la Facultad de Psicología encargados de la investigación -Juan José Buiza, Almudena Giménez, Mercedes González, Juan Luis Luque y María José Gómez- dieron a conocer los resultados de esta exploración desarrollada en el curso 2003-2004. La presentación fue en el Congreso Universitario de Psicología y Logopedia celebrado recientemente en ese centro.



No obstante, tal y como afirma el profesor de Intervención Logopédica en Afasia y Disfasia (Logopedia), Juan José Buiza, y la profesora titular de Psicología del Lenguaje (Psicología), Almudena Giménez, «no hemos detectado casos graves que impidan realmente al alumno continuar con sus estudios superiores». «Ellos son conscientes de sus propias dificultades, por lo que han desarrollado estrategias compensatorias para sortear con la suficiente habilidad todos estos problemas», puntualizan ambos.



Respecto a las titulaciones que reúnen mayor número de estudiantes con trabas para leer y escribir, Giménez explica la existencia de dos vertientes. «A la hora de hacer la elección de carrera, los alumnos que durante su formación han tenido mayores problemas eligen aquellas titulaciones con una nota de corte más baja, debido, precisamente, a la falta de media por estas deficiencias». Por otro lado, continúa Giménez, «la investigación ha reflejado una mayor proporción de estudiantes con déficit lecto-escritor en las titulaciones de ciencias frente a las de letras», algo que puede resultar comprensible, según Buiza y Giménez, ya que los alumnos por definición evitan aquellos aspectos que les resultan dificultosos. Desarrollan una «conducta de evitación», añade Buiza, quien insiste en la «inteligencia» de estos universitarios que han aprendido a solventar sus propias carencias.



En este punto, la investigación aclara el porcentaje de alumnos que llegaron a elegir la carrera que cursan influenciados, entre otros aspectos, por sus problemas con la lectura y la escritura. Significativo resulta el dato recogido en la carrera de Gestión y Administración Pública, donde el 86 por ciento de los encuestados reconoce esta decisión.



Partiendo de la base de que cerca de un cinco por ciento de la población en general sufre alguno de estos trastornos «resulta lógico pensar» -argumenta Buiza- que estos estudiantes acaben cursando estudios superiores. Existe una queja generalizada entre los docentes sobre los problemas de expresión con los que los alumnos llegan. Con todas estas variables, la investigación partió con la misión de comprobar la incidencia real del problema en la UMA.



Una segunda fase de la investigación, explican ambos docentes, «nos permitirá conocer las alteraciones específicas de estos alumnos y sus posibles soluciones».Facilitar más tiempo en los exámenes tipo test a los alumnos con problemas para leer y escribir se apunta como una solución.

Sur digital
8/02/2006