Lo que pasa dentro del diminuto cráneo de un bebé prematuro de medio kilo de peso es aún un misterio, en buena parte. ¿Por qué ciertos niños desarrollan graves lesiones, mientras otros se salvan de las discapacidades más graves? Ahora, un dispositivo en ensayo en hospitales de Milán y Copenhague promete arrojar algo de luz sobre el asunto.
El aparato, llamado Babylux, en cuyo desarrollo han participado investigadores del Institut de Ciències Fotòniques (ICFO) de Castelldefels, se aplica sencillamente encima de la cabeza del bebé. El sistema emite pulsos láser y captura la luz difundida por el pequeño cerebro.
Al analizarla, consigue estimar la cantidad de oxígeno que llega la cabecita, con una calidad muy superior a los sistemas actuales, según las primeras pruebas. Además, también consigue algo hasta ahora imposible: mapear el flujo de sangre en el tejido. Las alteraciones en el oxígeno y la perfusión están entre las causas principales del daño cerebral y las consiguientes discapacidades que sufren los prematuros.
De momento, el dispositivo se ha probado con una treintena de bebés. “Harán falta quizás 10 años y millones de euros en ensayos, antes de que el sistema se pueda comercializar”, advierte Turgut Durduran, investigador de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) en el ICFO.
Sin embargo, el dispositivo ha mostrado fiabilidad en los experimentos. Los científicos a aspiran seguir con los ensayos y conseguir fondos públicos o privados para el proceso de certificación. Hemophotonics, una empresa 'spin off' del ICFO, pretende optimizar el proceso de producción.
PROBLEMA AL ALZA
Cada año, 15 millones de bebés nacen prematuramente (antes de las 37 semanas de gestación) en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tres cuartas partes del millón de muertes vinculadas con la prematuridad podrían evitarse con métodos existentes y baratos. La cantidad de prematuros ha ido creciendo en los últimos años, por la mejora de los métodos de evaluación, el aumento de la edad de las madres, el aumento de las cesáreas o los embarazos múltiples asociados con la fecundación 'in vitro'.
En el caso de los prematuros extremos (antes de las 28 semanas), los dispositivos empleados actualmente para medir la oxigenación del cerebro usan luz normal y continua, lo que da resultados poco fiables y no permite medir el flujo sanguíneo. Por esta razón, en el 2014, nueve centros públicos y privados en España, Italia, Alemania y Dinamarca consiguieron fondos europeos para Babylux, un proyecto de tres años que ha culminado con los ensayos actuales.
Babylux se basa en el principio físico por el cual, si uno se aplica una linterna en la palma de la mano, el dorso aparece rojo. “La luz en el espectro infrarrojo cercano penetra profundamente en los tejidos”, explica Durduran. En otras palabras, mientras los otros colores son absorbidos, el rojo (y parte del infrarrojo) atraviesa los órganos.
La luz difundida por un tejido como el cerebro lleva mucha información consigo. El oxígeno presente en los glóbulos rojos absorbe distintas longitudes de onda en función de su cantidad -“por esto las arterias son más oscuras de las venas”, observa Durduran. El análisis de la radiación permite estimar la cantidad de oxígeno.
Además, Babylux emplea luz láser pulsada. Al atravesar el tejido, esta luz produce unas imágenes moteadas ('speckle' en inglés), de cuyas variaciones se puede deducir el movimiento de la sangre.
AVANCE IMPORTANTE
“Aunque estén en pruebas preliminares, es un avance importante”, comenta Eduard Gratacós, director de Bcnatal, el centro de medicina maternofetal y neonatología conjunto del Hospital Clínic y del Sant Joan de Déu, no implicado en Babylux. “En medicina hemos llegado al límite de la información que podemos conseguir sobre los pacientes de forma no invasiva, por esto se necesita que la tecnología ayude a superarlos”, observa.
“Me interesaría tener un dispositivo de este tipo en mi unidad”, coincide Josep Perapoch, adjunto del servicio de neonatología del Hospital Vall d’Hebron, no implicado en Babylux.
Los expertos destacan que la información de ese dispositivo se podría emplear para ajustar la ventilación artificial de los bebés. “Tanto un exceso como un déficit puede ser perjudicial”, observa Gratacós. Sin embargo, lo más atractivo es la posibilidad de mirar dentro de los pequeños cerebros y entender qué situaciones son más peligrosas. No obstante Gratacós alerta de que la tasa de mortalidad de buenas ideas médicas que no llegan a ser comercialmente viables es muy alta.
El Periodico
13/06/2017