El Alzheimer suele detectarse en personas que ya han cumplido los 60 años y, a esa altura, el daño cerebral ya puede estar demasiado extendido. Por eso, los investigadores tratan de encontrar una manera de diagnosticar la enfermedad de forma prematura y adelantarse a esa degradación.
Un nuevo estudio llevado a cabo por la Universidad de Edimburgo, en colaboración con otras entidades de investigación británicas, llamado Prevent Project (proyecto preventivo en castellano) parece haber encontrado una posible relación entre la capacidad de orientación y el trastorno. La película Still Alice, protagonizada por Julianne Moore, muestra en ficción como sería esa confusión.
Perderse, incluso en un entorno familiar, puede ser uno de los primeros síntomas de la afección. La Alzheimer’s Society financió el estudio, en el que se analizaron dos grupos de personas. El primero estaba integrado por sujetos de entre 41 y 59 años de edad con parientes cercanos que habían sido diagnosticados con la enfermedad. El otro no tenía vínculos con ella.
Los resultados, publicados en la revista especializada Alzheimer’s and Dementia , demostraron que los integrados en la primera categoría no solo tenían más problemas para superar los tests de localización, sino que también tenían el hipocampo más pequeño.
Parte del análisis incluyó la prueba Four Mountains, desarrollada por el neurólogo Dennis Chan de la Universidad de Cambridge. A los individuos se les muestra una imagen de una montaña y se les pide que la identifiquen en una selección de otros cuatro paisajes, permitiendo a los expertos concentrarse en aquellos que están sufriendo la degradación del hipocampo.
Pese al posible descubrimiento, aún no está claro si estos resultados serán decisivos. El Alzheimer aún no tiene cura, aunque los científicos aseguran que la medicación es más potente si se usa en pacientes durante las primeras etapas de la enfermedad, y que un estilo de vida saludable también puede prevenir su desarrollo potencial.
La vanguardia
5/06/2017