Fue hace, justo hoy, 60 años. Los doctores Djourno y Eyres, franceses de origen argelino, insertaban un hilo de cobre en el caracol del oído de un paciente, un señor de 50 años, sordo profundo. Estaban llevando a cabo el primer implante coclear conocido. Por primera vez en la historia, el hombre lograba con sus investigaciones suplir un sentido perdido. En España el hito no llegó hasta 1985, de la mano del doctor Emilio García-Ibáñez, en Barcelona, y otros cinco años más hicieron falta para que un centro público, el Hospital Universitario de Salamanca, estuviera autorizado a llevar a cabo esta operación.
Un audífono amplifica el sonido para quien tenga una deficiencia auditiva leve o moderada. Sin embargo, cuando la deficiencia es severa o profunda lo único eficaz es colocar un implante, un dispositivo electrónico que sustituye la función del oído interno dañado, se inserta en la cóclea (también conocida como caracol y que es la parte más profunda del oído interno) y transforma el sonido en impulsos eléctricos que estimulan directamente el nervio auditivo, permitiendo que el paciente oiga. Hoy son más de 350.000 los usuarios que llevan un implante en todo el mundo y unos 1.500, en España (9.000 adultos y más de 6.000 menores).
Sin embargo, aún pasado tanto tiempo, hay lagunas importantes en cuanto a la información sobre el aparato y su colocación e incluso sobre si compensa a la sanidad pública incluirlo en su catálogo de servicios, ahora que con la crisis los recortes afectan hasta al más humilde de los medicamentos. Por eso el Centro de Investigación sobre Sistemas Inteligentes de Ayuda a la Decisión (CISIAD) de la UNED acaba de lanzar un proyecto de micromecenazgo (crowdfunding) para crear el primer Observatorio del Implante Coclear, que tiene un doble objetivo: "recopilar, seleccionar, clasificar y difundir información" y "alimentar la investigación" del grupo de la Universidad a Distancia, para mejorar los implantes mediante inteligencia artificial y realizar nuevos estudios que convenzan a los gobiernos de que, sí, la calidad de vida de los pacientes siempre es una ganancia. La recogida de fondos se está haciendo en la plataforma Precipita, que cuenta con el apoyo del Ministerio de Economía, Industria y Competitividad y la FECYT (Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología).
Una joven con un implante coclear.
Javier Díez, el director del CISIAD, explica que su grupo lleva más de 25 años aplicando la inteligencia artificial a la medicina, pero hace siete años algo ocurrió que le hizo centrarse expresamente en los implantes cocleares: su hijo Juan Andrés nació con sordera profunda. Se le detectó en el primer control de audición que se hace a los recién nacidos y con poco más de un año recibió el primer implante. "El médico inicialmente decidió ponerle dos, pero con los recortes en Sanidad le negaron el segundo", dice. Sin embargo, "con numerosos argumentos extraídos de la literatura médica conseguimos por fin convencer al hospital y recibió el segundo implante cuando tenía casi tres años".
Hoy Juan Andrés es un niño con cara de pillo que habla perfectamente, escolarizado en un centro ordinario porque gracias a los implantes pudo superar las barreras básicas de la sordera. De mayor, dice, quiere ser portero del Real Madrid. Es una de las bondades del implante: acudir a clase sin problemas, aprender a hablar, hasta tocar un instrumento. Es lo que ya está logrando también Elena, hija de María José Arias, una niña que lleva un audífono y un implante. "Nuestra vida ha cambiado para bien, ya ha empezado a decir palabras", explica la madre de esta pequeña de un año largo.
A los adultos, los implantes les permiten continuar con su vida social y laboral. Con el progresivo envejecimiento de la población, cada vez son más las personas que acaban teniendo problemas auditivos incapacitantes y, en no pocas ocasiones, no saben qué hacer para aliviarlo. Gabriel Leret, por ejemplo, se quedó sordo a los 64 años por un tratamiento con antibióticos tras una operación, pero ha vuelto a ser un hombre activo, sin límites. Y Ana Álvarez, una periodista de 43 años, perdió la audición de adolescente por una meningitis. Ya sabía hablar, claro, como Gabriel, pero de pronto había perdido un sentido esencial. Gracias al implante "he podido estudiar dos carreras, soy periodista, puedo oír a mis hijos... -relata. Soy más feliz".
¿UNO O DOS?
Tener un implante coclear te da la audición, pasar de la sordera a poder oír. Pero tener dos, uno en cada oído, amplifica los beneficios, como entender mejor las conversaciones, incluso en ambientes ruidosos, o detectar el origen del sonido, algo esencial ante peligros diarios como cruzar la carretera o montar en bicicleta.
En España, el primer implante coclear —que viene a costar unos 30.000 euros entre la cirugía, el aparato en sí y la rehabilitación— sí está previsto en la Sanidad Pública, pero no así el segundo, que depende de cada comunidad autónoma o incluso del hospital. Se aplica "la lotería del código postal", dicen los investigadores. Díez sostiene que, "pensando en niños que no son tan afortunados" como el suyo, se puso a investigar sobre si es coste-efectivo poner un segundo implante. Y lo es. Aplicando métodos probabilistas y mediante cálculos matemáticos, han estimado que los beneficios del doble implante a lo largo de la vida del paciente superan el coste económico.
Sus investigaciones ayudaron a que, en 2015, el BOE al fin recogiese la recomendación del Ministerio de Sanidad de que se hagan implantes dobles, bilaterales. España ha sido el primer país en reconocer por ley el derecho al implante doble no sólo para niños, sino también para adultos.
Ahora, el impulso necesario es el de la información, el que crear este observatorio que vele, activamente, por aglutinar la información sobre esta cirugía, sus beneficios, mejoras y evoluciones, que incluya los estudios y experiencias que este grupo de la UNED teje con universidades de distintos países. Una pelea que, en este día mundial, cobra aún más sentido.
1/06/2017