Saber leer y escribir correctamente y con fluidez es la columna vertebral de la educación. En los últimos tiempos se habla de la necesidad de potenciar la lectura en los colegios, pero la lectura en sí no significa gran cosa si no es eficaz: falla la comprensión lectora de los alumnos y, lo más grave, parte de los profesores no están preparados para facilitarla o detectar problemas. Esta es una de las conclusiones del segundo Congreso Internacional de Comprensión Lectora Infantil y Primaria organizado por la Asociación Española de Compresión Lectora (AECL) y Supertics, una empresa privada que ha desarrollado una metodología adaptativa en las áreas de comprensión lectora, matemáticas e inglés para niños de 5 a 12 años. El gran problema de la incompetencia lectora del alumno español se reparte, de forma desigual, entre los poderes públicos (Estado y autonomías), los profesores y los padres.
Según este congreso, el 60% de los docentes considera que la ley educativa actual no dedica las horas lectivas sufientes a la lectura; pero lo más sorprendente es que casi la mitad considera que no está preparado para trabajar la comprensión lectora del alumno y no se ve capaz de detectar un problema lector. Así lo confirma Elena Jiménez, presidente de la AECL y profesora de Didáctica de la Lengua y Literatura de la Universidad de Granada. «Tengo alumnos que vienen con problemas de dixlesia», señala y afirma: «Es muy triste comprobar que muchos profesores, incluso los de Lengua y Literatura, no son lectores». Algo definitivo, ya que la afición a la lectura se contagia por imitación. Tampoco los padres colaboran. Según el congreso, sólo una tercera parte de las familias realiza lecturas compartidas con sus hijos. Y aquí hay que matizar, según apunta Rafael Villalón, responsable de Supertics.
«Los padres leen con sus hijos cuando son pequeños. A medida que van creciendo disminuye esa atención. Los padres deberían compartir las lecturas de sus hijos también durante la Primaria». Esta edad escolar (de los 6 a los 12 años) es la base sobre la que hay que trabajar para consolidar la lectura de los alumnos.Pero casi la mitad de los docentes no está preparado para ello, y un 79% demanda una formación específica para detectar problemas lectores. Otro dato significativo es que sólo el 23% de los centros agrupa a los alumnos en función de su nivel lector. «Es un error», señala Rafael Villalón. «Está muy bien organizar un plan lector de varios libros al año, pero no se puede dar a todos los niños la misma lectura, ya que el ritmo de aprendizaje es distinto». Parece evidente que la forma de aumentar la compresión lectora es mediante la lectura, pero no todo sirve. «Hay que leer literatura.
Es necesario sumergirse en esas lectura que requieren atención y esfuerzo continuado en el tiempo, porque el cerebro tiende a economizar», señala la profesora Elena Jiménez, quien afirma que si al cerebro se le acostumbra a textos breves, fragmentos, mensajes.., no se adaptará luego cuando tenga que enfrentarse a textos más largos.
El Mundo
23/04/2017