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Para Monxerrat Gartces, cerrar los ojos es una de las formas de apreciar mejor la vida.
Y es que fue una venda en los ojos lo que le ayudó a comprender el mundo de los invidentes y ayudarlos a que, con el barro y el arte bonsái, pudieran aprender a independizarse y que pueden hacer todo lo que se propongan.
Monxerrat nació en México pero desde 1988 radica en Irapuato, convirtiéndose en un artista autodidacta que se dedica a las artesanías y la pintura, disciplinas artísticas que incluso le han permitido rehabilitarse.
“Me adentré en el mundo de los invidentes porque hace 5 años tuve un accidente y tengo una fisura en el ojo izquierdo, prácticamente ya sólo veo siluetas, conocí a un invidente que me pidió ayudarle a hacer bonsái, que es un arte que me apasiona mucho”, compartió.
Gartces primero dudó en enseñarle a su amigo, pues ante la discapacidad no sabía cómo podría explicarle la técnica de cultivo con el que se cuidan y forman estas pequeñas macetas.
“Yo pensé que quería enseñarle algo a los invidentes algo más que el bonsái, algo más artístico, porque muchas ocasiones tenemos un concepto de los invidentes o de los discapacitados que tienen que estar en el rincón y tienen capacidades enormes”, enfatizó.
El artista irapuatense se ha dedicado a trabajar con los invidentes, pero sobre todo a aprender cómo enseñarles y poder traducir las técnicas para el moldeado en barro y el arte bonsái.
“Lo que más me gusta es trabajar con niños, es diferente trabajar con alguien que se quedó ciego a alguien que nació ciego, me paso que conocía a una niña que me sorprendió, porque íbamos a hacer figuras y me dijo que quería una tortuga, ella nació ciega, nunca ha visto una tortuga, sin embargo sabía cómo era, la describía, su madre la ha ayudado mucho, no siempre necesitas los ojos”, recordó.
Para Monxerrat Gartces el trabajo con los invidentes le ha dejado aprendizajes personales que han enriquecido su trabajo no sólo en la faceta de artista, sino como ser humano, para entender y compartir con la sociedad que los invidentes, o cualquier persona con discapacidad, debe tener la misma oportunidad que los demás, para ser feliz y desarrollarse.
“Una amiga me decía 'tienes que ver con las manos', a muchos les daba risa porque al principio cuando les daba las clases les estaba explicando y cerraba los ojos, pero es porque de alguna manera me conecté con ellos, era una forma de saber lo que ellos están viviendo, me vendaba los ojos, es una experiencia muy padre”, confesó.
El artista plástico indicó que este tipo de terapias y actividades, 'levanta emocionalmente' a los invidentes y a cualquier persona con discapacidad, por la independencia y motivación que les da el poder realizar algo por ellos mismos.
am Irapuato
26/03/2017