“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”. Lo dijo el filósofo Ludwig Wittgenstein y es una de las citas favoritas de la logopeda viguesa María Jesús Rodríguez, que trabaja en Povisa y que hace algo más de un año abrió una clínica en Hernán Cortés, Carma & Chus, porque sentía la necesidad de “dar más” a los pacientes. Esta profesional cuenta que desde la Antigüedad las personas se han preocupado por hablar con claridad, por no tartamudear, mejorar la pronunciación y la expresión escrita, entender lo que leen, encontrar las palabras que no salen debido a una afasia, recuperar la voz sobre todo en el caso de los profesores o los periodistas, y en suma de poder comunicarse y transmitir de forma correcta y fluida. La logopeda cita dos ejemplos históricos de esta preocupación. En la Grecia Antigua, en el año 384 antes de Cristo, Demóstenes era un orador tartamudo, al que metían piedras en la lengua. “Eran ejercicios primarios de logopedia y tras ejercitar su voz (además de tartamudo, se decía que tenía voz de pito) se convirtió en el mejor representante griego del arte de la elocuencia, de hablar y hacerlo bien, como un gran orador”. Otro caso conocido es el del rey Jorge VI del Reino Unido que realizó su primera transmisión de radio sobre la declaración de guerra a Alemania en 1939 con ayuda de un logopeda. Es la historia que describe la película “El discurso del Rey”, en la que el protagonista pensó en abdicar y sufría burlas hasta que logró corregir su problema.
Para la logopeda viguesa María Jesús Rodríguez resulta “incoherente” que el ser humano se haya preocupado a lo largo de la historia por comunicarse bien y que “en pleno siglo XXI la gente sigue llegando tarde a la rehabilitación logopédicas. Podemos poner solución a estos problemas, pero siguen llegando tarde, si vinieran antes no tendría repercusiones negativas para la persona”. En su consulta ven muchos casos y están especialmente orgullosos cuando se produce una recuperación que otros consideraban complicada.
Casos con solución
Hace poco les llegó una niña de 5 años. Su madre no entendía lo que le decía, la niña no se relacionaba con los otros niños en el patio del colegio ni en el parque. Sin embargo, después de seis o siete meses de tratamiento mejoró enormemente, se puede comunicar y hablar con los demás. En este caso lo ideal hubiera sido que acudiese antes a la consulta para atajar el problema de forma temprana. Otro ejemplo fue el de un paciente de 45 años diagnosticado de disfagia orofaríngea (la imposibilidad de tragar) que tenía una sonda nasogástrica (un tubo que se introduce por la nariz para llevar el alimento al estómago) porque no podía comer. “Llegó muy desesperanzado, pensaba que no había nada que hacer porque estuvo tiempo sin estar bien informado. Gracias al tratamiento logopédico hoy está comiendo por boca, está comiendo de todo y la sonda se la quitamos. Ese día pegaba saltos de alegría”, relata. La logopeda explica que pacientes que sufren un ictus se pueden quedar sin poder comer o tragar, o por una operación de cáncer o un porcentaje altísimo de gente mayor porque se debilita su musculatura. “Muchagente cree que no se puede corregir, pero la práctica diaria demuestra que sí. Y aunque no se le pudiera ayudar o no lo necesite, por lo menos que se informen. Si una persona cojea enseguida se busca solución, pero cuando alguien se atraganta o no habla bien enseguida se dice ‘fue por comer demasiado rápido’ cuando a lo mejor el señor está desarrollando una disfagia, o ‘ya hablará. Es incorrecto porque el tiempo no cura estas cosas. Si se trata a tiempo se evitan problemas, como por ejemplo quedarse aislado o repetir curso cuando se trata de escolares”, señala la logopeda.
En la mencionada clínica de logopedia se creó en junio de este año laUnidad Gallega de Disfagia, con laotorrino Gemma Garmendia.
Atlantico
24/02/2017