Los niños no son capaces de leer correctamente un texto y menos de comprender su significado. No saben hacer dictados y se niegan a leer en voz alta en clase porque sus compañeros se ríen de ellos. Y hasta que no descubren el nombre de su trastorno y qué deben hacer para mejorar sufren mucho. Son los alumnos disléxicos. Más de 5.200 niños entre 3 y 18 años en las aulas navarras sufren dislexia u otros trastornos de aprendizaje (discalculia, problemas con los números; disortografía, fallos ortográficos...) que les generan, habitualmente, problemas de rendimiento escolar y baja autoestima. Suponen entre el 5% y el 10% de los escolares. Muchos están sin diagnosticar.
El diagnóstico lo hacen los propios colegios cuando los niños rondan los 8 años (2º-3º de Primaria). Los expertos coinciden en que, aunque las dificultades se detectan antes, pueden ser evolutivas, ya que “cada alumno tiene un ritmo de aprendizaje”. Cuando el tutor detecta que “algo no marcha bien” da la voz de alarma y envía al niño al orientador. Puede pasar unas pruebas psicopedagógicas y derivarlo a la logopeda. Cuando sospecha que se trata de dislexia, y no de un retraso de aprendizaje, recomiendan a los padres que, a través del pediatra, pidan cita con el neuropediatra, para confirmar el diagnóstico inicial.
Los signos de alerta que hacen sospechar a familias y profesores son, añaden los expertos, un rechazo a todo lo que implique leer o escribir. “Cambian las letras en una palabra (’tacheca’ en lugar de chaqueta), tienen poca memoria, les cuesta seguir el ritmo de aprendizaje de sus compañeros”, apunta la logopeda del colegio San Ignacio (Jesuitas) de Pamplona, Raquel Ortega Fernández.
Los escolares trabajan con los logopedas (fuera del aula) la conciencia fonológica (comprender que un sonido está representado por una letra), la lectura de palabras, la escritura... Y, a veces, también la atención, la memoria la percepción visual. Este trabajo lo hacen tanto dentro como fuera del colegio (en gabinetes privados de logopedia y psicología, cuyo importe puede ascender hasta los 400 euros al mes).
La presidenta de la asociación Disnavarra (creada hace un año), la pamplonesa Iranzu Ostolaza Gaspar, resume que el problema que tienen todas las familias con niños disléxicos (29 en la asociación) es que “el sistema educativo está basado en la lectoescritura”. “Y precisamente es el principal problema que tienen nuestro hijos”, lamenta. Y por ello, proponen dar menos importancia a la expresión escrita en las aulas. “Para ellos, los dictados son imposibles. Tampoco hay que obligarles a leer en público en contra de su voluntad. Porque los compañeros pueden reírse y bastante baja tienen la autoestima...” Por eso, piden más formación a los docentes. “Muchos no saben cómo actuar con nuestros hijos porque les falta información”, apunta. Y solicita que se da más importancia al lenguaje oral y a las nuevas tecnologías.
Diario de Navarra
20/02/2017