La sensación de novedad que produce cualquier estímulo tiende a desaparecer después de 10 minutos. Con esa idea en la cabeza, Jon Bergmann (Chicago, 1964), reconocido en 2002 por la Casa Blanca como el mejor profesor de Estados Unidos de matemáticas y ciencias, rompió con la metodología de enseñanza tradicional. Dejó de basar sus clases en un discurso para no aburrir a sus alumnos y puso en marcha el llamado Flipped Classroom (en español, clase invertida). A partir de 2007, los estudiantes de química del instituto Woodland Park de Colorado empezaron a consumir la teoría en casa -con vídeos cortos hechos por el propio Bergmann- y a dedicar el tiempo de la clase a resolver dudas, investigar o trabajar por proyectos.
La ventaja principal del Flipped Classroom, según Bergmann, es que resulta más efectivo porque el profesor se adapta a los diferentes ritmos de aprendizaje y ninguno de los estudiantes se queda atrás. “En un aula tradicional, el profesor cuenta una información que para algunos será muy fácil de procesar y para otros no. Luego van a casa a hacer los deberes y los que tienen unos padres con conocimientos de la materia, siempre salen ganando. Este método permite que en clase cada alumno reciba lo que necesita”, explica Bergmann a EL PAÍS. La revolución de este método pedagógico es no dar por hecho que todos los alumnos van a avanzar a la misma velocidad. “Es una apuesta por la personalización y una cruzada contra la estandarización”, apunta Bergmann.
Desde que en 2012, Bergmann y su colega Aaron Sams, también profesor de Secundaria, publicaron el best seller Flip your Classroom, la metodología se ha replicado por todo el mundo y aunque no existen datos oficiales, en la actualidad más de 20 universidades están investigando las ventajas de su aplicación, según datos de la web Flipped Global Iniciative. Las conclusiones más contundentes de algunos de estos estudios inciden en que los estudiantes son más activos en clase, los profesores están más motivados y, en algunos casos, los alumnos obtienen mejores resultados en los exámenes.
Este método no es nuevo. En los setenta el pedagogo estadounidense Banjamin Bloom consideró erróneo dedicar la mayor parte del tiempo de las clases a escuchar una lección y dejar lo más creativo para casa. Según este teórico, es precisamente esa parte del aprendizaje la más complicada y la que requiere de un guía especializado, en este caso, el profesor. Más tarde, en 1990 Mazur Eric, decano de Física Aplicada de la Universidad de Harvard, también apostó contra el monólogo del profesor y el estudiante pasivo y acuñó el término peer instruction (en español, aprendizaje entre pares), para defender una fórmula más interactiva en el aula.
Pero es el Flipped Classroom la nomenclatura que aparece hoy en los listados asociados a innovación educativa y nuevas metodologías. “Lo mejor de este modelo pedagógico es que mejora la relación profesor-alumno”, defiende Bergmann. Dividir a los estudiantes en grupos, ponerles a trabajar sobre el contenido visualizado en casa, a debatir y a crear mientras el profesor resuelve dudas y les hace de guía, ese el punto que multiplica el número de interacciones y permite a los estudiantes que van por delante explicar al resto y, a la vez, afianzar los conocimientos. “Cuando los profesores no están de pie frente a sus alumnos simplemente hablando y pueden circular por la clase, la relación cambia por completo”. Según una encuesta realizada en 2012 a 453 profesores de Secundaria en Estados Unidos que habían usado Flipped, el 80% informó de una mejora en la actitud de los estudiantes y el 99% aseguró que lo volvería a usar el curso siguiente.
“Los estudiantes son autónomos, son los responsables de su aprendizaje siempre con la ayuda del profesor. Eso les activa, les hace implicarse”, añade Bergmann, padre de tres niños y asesor de TED Education, red de charlas sobre innovación educativa. El autoaprendizaje se produce cuando los niños aprenden a tomar sus propias notas mientras ven los vídeos en casa, pero el profesor debe enseñarles a hacerlo y dedicar unas tres semanas a ello. En la wed Flipped Global Iniciative se pueden seguir cursos online en los que Bergmann muestra cómo hacerlo.
Raúl Santiago, profesor de didáctica de la Universidad de La Rioja, es el principal impulsor de Flipped Classroom es España. En 2012, puso en marcha un proyecto de investigación para encontrar fórmulas que mejorasen el aprendizaje de sus alumnos de Magisterio y dio con este método. Creó la web theflippedclassroom.es en la que más de 80 profesores españoles de primaria, secundaria y Universidad han publicado más de mil entradas sobre sus experencias en el aula, sus consejos y herramientas. Esta red aglutina a investigadores de universidades como la Complutense de Madrid, la Universidad de Vigo o la UNED, entre otras.
En su investigación ¿Es el Flipped Classroom un modelo pedagógico eficaz?, publicada en 2015, hacían referencia a una encuesta realizada a 186 estudiantes españoles de primaria, secundaria y bachillerato de 10 centros educativos de diferentes comunidades autónomas que habían seguido la clase invertida durante, al menos, un cuatrimestre. Cerca del 85% de los alumnos aseguró que este método les brindaba más posiblidades de elegir el tipo de material que mejor se ajustaba a su forma de aprender y, también, de trabajar a su ritmo. Casi un 90% de ellos destacó que habían aumentado sus posibilidades de participar en la resolución de problemas y había mejorado su pensamiento crítico. Más del 90% afirmó que el aprendizaje era más activo.
Para Raúl Santiago, lo más complicado a la hora de ponerlo en práctica es el cambio de mentalidad que requiere por parte del profesor. “Su rol cambia, ya no tienen la sartén por el mango. La clase ya no gira en torno a su explicación, y además están acostumbrados a que sus palabras se repliquen en el examen”.
Leticia Serna es profesora de primaria del Colegio Escolapias Carabanchel desde hace 11 años. Los últimos dos se ha pasado al Flipped. “La escuela peca de ir por detrás. Aplicar nuevas metodologías es ponerse al ritmo de la sociedad”, explica. El principal inconveniente de la clase magistral, cuenta, es que no llega a todos. “Ahora tienen una hora para preguntarme lo que quieran, es un bombardeo de inquietudes. La ventaja es que están más motivados, piensan más y toman más decisiones”, unas prácticas que están más alineadas con su futuro laboral.
Serna se formó gracias a un curso online impartido por el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas (INTEF), dependiente del Ministerio de Educación. En el colegio en el que trabaja, junto a otros 11 en diferentes autonomías, están adoptando el Flipped gracias al asesoramiento de MT Grupo, la única empresa de innovación educativa española dentro de la red Flipped Learning, que ya ha formado a más de 1.500 profesores desde 2013.
elPais
13/11/2016