Cerca de 4.000 niños con necesidades educativas especiales (Acnee) volvieron este jueves a clase en Aragón. Acompañados por su mochila, los libros para el nuevo curso y múltiples lápices de colores, recorrieron ilusionados el viaje de su casa al cole. De ellos, más del 75% están matriculados en colegios ordinarios; mientras que el resto acuden a centros de Educación Especial, según los datos del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte relativos al curso 2014-2015 (la última cifra publicada).
En los últimos tiempos, el Gobierno de Aragón está intentando potenciar la integración de estos menores con sus compañeros de clase. “Es algo muy positivo tanto para ellos como para el resto de niños, ya que ayuda a que ambos entiendan que la vida es plural y heterogénea”, sostienen desde la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de la Escuela Pública de Aragón (Fapar). Una opinión que también comparte José Gabriel Benito, docente de un centro de Educación Especial y miembro del departamento de Educación de CC. OO. Aragón: "Una semana al año vienen al colegio otros niños que no tienen ningún tipo de necesidad especial y aprenden mucho los unos de los otros. Comprueban que aunque tengamos cosas diferentes, en el fondo somos más iguales de lo que nos parece y es muy enriquecedor".
No obstante, la comunidad aragonesa todavía se encuentra por debajo de la media en este aspecto, ya que el 80% de los alumnos españoles con necesidades educativas especiales están matriculados en escuelas ordinarias, una cifra que sube hasta el 91% en el caso de Galicia. “Todos los que pueden acudir a colegios ordinarios, van; generalmente el que está en uno de Educación Especial es porque las necesidades específicas que tiene son muy importantes”, señalan desde Fapar. De hecho, son unos profesionales del departamento educativo los que deciden cuál es la mejor alternativa. "También existe la posibilidad de que sea combinado: que pasen un par de días en el centro integrado y tres en el de Educación Especial o al revés", asegura Benito.
La gran mayoría de estos menores que están matriculados en colegios ordinarios tienen algún tipo de discapacidad intelectual (54,77%). También son comunes los trastornos generalizados del desarrollo (16%), los de la personalidad o conducta (8,22%) y tener algún problema motor (9,33%). Por su parte, son menos comunes los niños que tienen discapacidad auditiva (7,12%), visual (1,97%) o plurideficiencia (2,52%). De hecho, estos últimos suelen acudir a centros de Educación Especial, donde suponen casi el 38% del alumnado. En ellos, a parte de aprender materias comunes como matemáticas o lengua, se trabaja mucho en la autonomía personal.
Además, casi todos están cursando algún ciclo de Primaria (51,6%), aunque también es común que estén matriculados en Infantil (18,11%) y en la ESO (22,09%), pero en la actualidad es más extraño que lleguen a seguir el itinerario ordinario de Bachillerato, FP Básica o FP de Grado Medio. Por el contrario, en estas edades cobran más fuerza los otros programas formativos de Educación Especial. "Es habitual que cursen hasta 6º de Primaria en la escuela ordinaria sin problemas, pero en la ESO, el nivel de exigencia sube y muchas veces tienen que volver a uno especial", explica Benito.
Por todo ello, el departamento de Educación, Cultura y Deporte está trabajando en un nuevo decreto que dé una respuesta educativa inclusiva a los alumnos a la vez que mejora su atención; aunque todavía no se ha especificado nada concreto. Lo que sí que se ha puesto en marcha este año es la ampliación de los centros preferentes TEA, en ellos existen unas aulas concretas para menores con trastornos del espectro autista. El pasado año había matriculados 141 niños en estas clases y es probable que esta cifra ascienda en el presente curso, puesto que se ha ampliado a cuatro más: dos de Primaria en Zaragoza, uno en Huesca y un instituto en Zaragoza.
“Esta es la primera vez que se ofrece esta opción en colegios de fuera de Zaragoza, por lo que consideramos que es una buena noticia”, especifican desde Fapar. No obstante, reflexionan sobre su funcionamiento: “Los alumnos están una parte del tiempo en aulas específicas, en las que se atiende sus necesidades concretas; y otra parte, en clases con el resto del alumnado, para favorecer la sociabilización”. Al ampliar tanto el número de aulas de atención preferente se preguntan si “quizás se está siendo demasiado específico y se podría producir una segregación”. “Es algo que nos preocupa, por lo que nos gustaría poder profundizar en ello para intentar que se mantenga el buen trabajo que se está haciendo hacia su integración”, recalcan.
Heraldo
13/09/2016