El ingreso hospitalario siempre supone una ruptura temporal con la rutina de cada persona. En el caso de los niños, ese cambio brusco, unido al motivo del internamiento, puede suponer un auténtico calvario que muchos profesionales y asociaciones intentan mitigar con propuestas que lo hagan más llevadero.
Teniendo en cuenta que se entiende por “niño” a toda persona menor de 18 años, es normal que dentro de las
unidades de hospitalización haya también separación por edades, diferenciando entre los más pequeños y los adolescentes. A este criterio se une el de la enfermedad por la cual se ha tenido que ingresar al menor. Precisamente para adaptar todo lo posible los distintos servicios a las necesidades del paciente, varios hospitales han creado una red de ofertas que intentan que estos pacientes rompan lo menos posible con su día a día y no recuerden los días de ingreso como algo traumático.
En este tipo de actividades se distingue a niños de adolescentes para adaptarla a sus características.
“Lo primero que hay que diferenciar son aquellas actividades que se ofrecen con un objetivo lúdico, de entretenimiento, de aquellas que son terapia y que buscan la recuperación o tratamiento de la enfermedad”, explica a LA REVISTA de Redacción Médica Núria Serrallonga, enfermera y psicóloga del Hospital San Joan de Déu.
Este centro concertado es uno de los paradigmas de la atención especializada para niños, y desde hace años trabaja en el proyecto Hospital Amigo, un “programa para intentar que los menores ingresados, en el hospital de día o en consultas externas, mantengan sus actividades de niños aunque estén enfermos. Lo que les toca por su edad infantil”, señala Serrallonga.
Oferta variada
Por ello, los menores tienen a su disposición talleres con fines lúdicos, salas de juego, equipos de música y musicoterapia, aulas de seguimiento escolar, ‘arteterapia’ o el equipo de ‘payapupas’, payasos de hospital que se están instalando también en otros centros españoles y que intentan sacar sonrisas a los más pequeños. Además, en el centro catalán han sido pioneros en instalar un modelo exportado de Estados Unidos llamado ‘Child-Life’ del que Serrallonga es coordinadora. “Es un programa con indicación para prepararles para una cirugía, un ingreso o unas pruebas diagnósticas, y ayuda a que el niño sepa lo que va a pasar y cómo será todo, el seguimiento post operatorio, explicarle cada procedimiento o tratamiento, en qué consisten y por qué se aplican. No es tan lúdico a nivel distractivo, pero tiene detrás una fundamentación para colaborar en esa estancia hospitalaria”, dice Serrallonga.
La enfermera afirma que lo que se intenta con ‘Hospital Amigo’ es acercarse a los niños de manera amigable, mostrando un hospital pensado para ellos, y como tal desarrollan sus actividades, diseñadas en principio para todos, aunque con ciertas restricciones. “Si hay un niño con una enfermedad infectocontagiosa y puede transmitírsela a otro, no podrá entrar en la sala de juegos, por ejemplo, del mismo modo que si está bajo de defensas, como ocurre con los pacientes oncológicos, tampoco podría acudir allí; pero en esos casos se les lleva la actividad a su habitación”, explica la especialista del centro catalán.
La proliferación de parques infantiles en los hospitales ha aumentado notablemente en los últimos años.
Jardines de altura y amigos de cuatro patas
Otra de las iniciativas que se ha ido abriendo paso en los centros españoles es la que desarrollan desde la Fundación Juegaterapia bajo el nombre‘El jardín de mi hospi’, y que se ha propuesto sembrar las azoteas de muchos centros sanitarios de parques y jardines para los más pequeños ingresados. El 12 de Octubre de Madrid o el Hospital Universitario de La Paz ya tienen sus tejados “sembrados” de columpios y zonas de ocio para los menores, y está en proceso el correspondiente en el Hospital de La Fe de Valencia.
También el Hospital Ramón y Cajal inauguraba hace unas semanas una zona de juego educativa para los menores de la Unidad de Endocrinología y Diabetes Pediátrica. Esta ‘Play Zone’ busca también crear un entorno hospitalario más amable y acogedor para los pacientes.
Sin embargo, entre todas las propuestas que gestionan diferentes fundaciones y centros quizás la más llamativa sea la Terapia Asistida con Animales, una ‘perroterapia’ que está revolucionando el modo de afrontar la enfermedad en varios proyectos a nivel nacional. Uno de ellos es ‘Sonrisas perrunas: terapia asistida con perros para niños hospitalizados’, una iniciativa del Colegio Oficial de Veterinarios de Madrid que ha dejado entrar a los perros en el Hospital Gregorio Marañón –después de las autorizaciones correspondientes, estricto protocolo de zoonosis incluido-.
“Era un programa piloto que empezó el pasado mes de mayo. Hemos estado dos meses con dos sesiones semanales de una hora con pacientes del Servicio de Psiquiatría del Niño y del Adolescente. Los profesionales, que han estado presentes viendo cómo se trabaja, querían que fuera algo muy lúdico para no cargar a los chavales de terapias. Han hecho un estudio y los resultados son muy positivos. La idea es que tras el verano continuemos en esa misma unidad y comenzar también en Psiquiatría de adultos y en rehabilitación infantil”, explica a este diario Luz Jaramillo, coordinadora de programas de la Asociación Perros Azules.
La 'perroterapia' está cada vez más implantada en los centros hospitalarios españoles.
El programa se ha llevado a cabo en una terraza acondicionada del hospital, pero en caso de ampliarse a servicios como rehabilitación se trasladarán al gimnasio en el interior del centro, al igual que para el acompañamiento en pruebas diagnósticas y valoraciones de los pacientes más pequeños, momentos en los que los perros consiguen bajar los niveles de ansiedad de los niños. Como limitaciones solo existen dos muy establecidas: alergias claras y fobias, que hacen incompatible la terapia.
“Padres y niños están encantados. El hospital quería humanizar la visión de la unidad, complicada por los trastornos mentales con cuadros agudos que presentaban los chicos, y ha sido un éxito. La incidencia que tengamos va a depender un poco de la financiación externa que vayamos logrando, porque el sector está en auge y tenemos datos objetivos que avalan los resultados, pero tenemos que ir más allá del ‘qué bien se lo pasan los niños dándole premios al perro’. La idea es llegar a lo que se tiene en el Sant Joan de Déu, donde han sido capaces de crear una unidad canina dentro del propio hospital”, sentencia Jaramillo.
No son los únicos ejemplos, ya que tanto el Hospital de Villalba como el de Torrejón también han apostado por los terapeutas de cuatro patas para los menores en sus instalaciones, el primero para un ensayo clínico con niños que sufren síndrome de intestino irritable y dolor abdominal y el segundo en procesos rehabilitadores tras una cirugía.
Mientras estas terapias se van implantando, los niños que se vean obligados a pasar un tiempo ingresados deberán tener, según los estándares de calidad del Ministerio de Sanidad, algunos recursos siempre disponibles. Además de poder estar acompañados por padres y familiares las 24 horas al día y tener contacto con compañeros, hermanos o amigos, deberán disponer de libre acceso a ordenadores con conexión a internet, televisión, consolas de videojuegos y lectores de DVD, cualquier recurso que pueda hacer de su periodo de estancia en el centro una simple etapa más en su desarrollo y que le permita seguir con su vida habitual.
Redacción médica
25/08/2016