Todos hemos escuchado alguna vez que «el perro es el mejor amigo del hombre», pero lo que no resulta tan usual es que te garanticen que además de mascota, el perro puede ser terapeuta. Esta es la innovadora fórmula, entre otra infinidad de actividades, que propone Aztide (Asociación de zooterapias y terapias para la integración de discapacitados de Extremadura).
Las puertas del centro abrieron por primera vez en Cáceres en diciembre del 2012. Nació con el objetivo de proporcionar rehabilitación a todas aquellas personas que la siguen necesitando y no pueden obtenerla, ya sea porque la Seguridad Social no lo cubre o porque coincide con el periodo de tiempo que transcurre desde que se inicia el trámite de petición de ayuda hasta que se concede.
Poco a poco, Aztide ha ido incorporado nuevas actividades y métodos innovadores en el campo de la rehabilitación.
La terapia con un perro ayuda al paciente a centrar la atención y trabajar sin darse cuenta
María Gutiérrez y Mercedes Moruno se encuentran al frente de esta asociación, en la que además colaboran dos terapeutas ocupacionales, una fisioterapeuta, una logopeda, un técnico de musicoterapia, un técnico de terapias artísticas y una maestra de pedagogía terapéutica. Y todo ello, sin olvidar a los verdaderos «reyes» de la casa, la pandilla canina que les acompaña y ayudan a llevar a cabo las actividades del centro.
Algunos de los talleres que actualmente se desarrollan son los de estimulación cognitiva, psicomotricidad, terapia asistida con animales, musicoterapia y terapias artísticas. Enfocados para cualquier edad, estos talleres y terapias suelen realizarse en grupo con los mayores, mientras que con los niños se trabaja de manera individualizada.
Esta asociación también se desplaza a centros de día como el Francisco Chanclón o el situado en Moraleja.
Entre los talleres que más acogida tienen está el de musicoterapia, que utiliza la música para aumentar la conciencia corporal; se lleva a cabo en sesiones grupales, por lo que las relaciones sociales también se fomentan a la vez que se favorece el intercambio afectivo.
Y sin duda, el de la terapia asistida con animales es una de las más practicadas. María Gutiérrrez explica que utilizan al perro como herramienta de trabajo. Sirven de apoyo al terapeuta para conseguir una mayor interacción con los pacientes. Trabajan con ancianos, niños autistas, personas con trastorno psicológico...
«Primero se establece la necesidad concreta de la persona, y se busca cumplir unos objetivos a través de ejercicios donde el perro es el eje central para llevarlos a cabo. Por ejemplo, si una persona necesita ganar amplitud articular, se trata de algo tan sencillo como tirar la pelota, el perro la trae, y de esa manera se interactúa con el animal mientras la persona se divierte sin darse cuenta de que está trabajando».
Los animales con los que trabajan en la asociación son perros, en concreto cuatro: un labrador, un border collie, un podenco y una bodeguera. Aunque estos animales se utilizan como herramienta de trabajo, en absoluto se les trata como tal. Son las mascotas de los propios empleados del centro, viven y entrenan con ellos, aunque de vez en cuando, el adiestrador, que colabora en la asociación, es quien se encarga de enseñarles trucos nuevos.
Cada perro está destinado a unas actividades concretas. Así, Tino, el border collie, participa más en actividades físicas, mientras que Saad, el labrador, lo hace en las cognitivas.
La historia de Saad es sobrecogedora, relata su dueña y encargada de Aztide, Mercedes Moruno. «Este labrador fue abandonado, lo encontraron unas senderistas atado a un árbol en pleno mes de agosto, desnutrido y al borde de la muerte. Estas chicas lo recogieron de inmediato y lo llevaron a una protectora donde pasó dos años porque nadie lo quería por ser de color negro, estéticamente en esta raza no gustan tanto».
Después de pasar ese periodo en la protectora, Mercedes lo adoptó, porque reunía todas las cualidades de un perro de terapia: amable, tranquilo y dócil. Los perros para terapia tienen que poseer esas características aunque después se adiestran. «El adiestramiento siempre en positivo, se les educa premiándolos a través de la comida».
Explica María, que no puede evitar la sonrisa y deshacerse en halagos para Saad, ya que lo fascinante de este labrador no es sólo su trágica historia, sino su capacidad de aprendizaje. Con la ayuda de su dueña es capaz de distinguir colores, letras, números e incluso sumar y multiplicar. Asistir a una terapia grupal con Saad como protagonista es todo un espectáculo.
Por ejemplo, la dinámica para el aumento de las capacidades cognitivas con un grupo de ancianas, donde colabora Saad, se lleva a cabo del siguiente modo: un grupo de ancianos se sitúa en círculo alrededor del perro; el animal siempre atento a las indicaciones de su dueña, Mercedes, que le va mostrando cartulinas con diferentes opciones; la coordinadora de terapia pregunta, y las ancianas responden, bien sea una palabra, una cantidad que resulta de alguna operación matemática o simplemente deletrear el nombre de alguna de sus compañeras; acto seguido a las respuestas de las ancianas, el perro escoge y muerde con rapidez y sin titubeo la cartulina con la opción correcta, algo extraordinario que despierta las ganas de los pacientes por intervenir de nuevo en la dinámica.
Y esto tan sólo es un ejemplo de la infinidad de actividades en las que las mascotas sirven como puente de comunicación entre el terapeuta y el paciente. El beneficio que aporta un animal, no solo se refleja en las terapias, tener una mascota disminuye el riesgo de infarto, rebaja el nivel de estrés, merma el riesgo de sufrir depresiones, aporta seguridad y ayuda a nuestras relaciones sociales... y eso solo como mascota, si además le añadimos una terapia, el perro sirve para que el paciente centralice la atención y se divierta. En definitiva, nos ayuda a trabajar sin darnos cuenta.
De cara al futuro, esta asociación estudia la posibilidad de formar a otras personas en el campo de la terapia asistida con animales dentro de la misma sede.
Hoy
24/08/2016