La Ley de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, aprobada en el año 2014, recogía que todos los recursos facilitados por las instituciones públicas debían ser accesibles para todas las mujeres. Y en ese colectivo están incluidas las que tienen una discapacidad intelectual. No en vano, algunas investigaciones científicas recogen que la probabilidad de que una persona con discapacidad intelectual sea víctima de maltrato o abuso es entre tres y diez mayor que la del resto o que suponen el 10 por ciento de las mujeres asesinadas en España por violencia de género. Sus capacidades mermadas impiden, en muchos casos, detectar los episodios de violencia de género, a lo que se suma su dificultad para expresarse, su excesiva dependencia o el escaso acceso a programas de educación sexual.
Una situación que llevó a la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades a poner en marcha un curso universitario en Salamanca para que personas con discapacidad intelectual cuenten con las herramientas necesarias para afrontar posibles casos de violencia de género pero también prevenir los maltratos, fomentar su autonomía personal y promover la igualdad entre hombres y mujeres. La experiencia no ha podido ser más positiva para las 18 personas con discapacidad intelectual en Salamanca que han participado en este curso organizado por la Junta de Castilla y León y Plena Inclusión, en colaboración con la Universidad Nacional a Distancia (Uned).
El curso, que tuvo lugar en la aulas de la Universidad de Salamanca (Usal) durante cinco meses, ha permitido que mujeres como Ana Daría Pérez y María Ángeles García hayan aprendido el significado real de la violencia de género pero también para conocer los pasos a dar en caso de una agresión y presentar una denuncia contra el agresor, las leyes vigentes y las medidas de protección.
Insultos
«El insulto o la falta de respeto empiezan a ser un poco de violencia y si continúan pueden llegar a más», apunta María Daría, una usuaria de 35 años del Centro Ocupacional El Arca de Asprodes Salamanca. Su compañera en el Taller de Artes Plásticas María Ángeles, de 58 años, explica la diferencia entre un regalo legal por un cumpleaños y el soborno a cambio de un acto sexual.
Ambas destacan a la Agencia Ical la importancia de este tipo de cursos, que en esta segunda edición contó con la participación de 18 personas con discapacidad intelectual de Asprodes y Aspar La Besana, entre ellas algún hombre por primera vez. «Hasta ahora no sabíamos cómo defendernos a la hora de sufrir un maltrato y los profesores nos han dado algunas claves», confiesa María Ángeles. En el mismo sentido se pronuncia María Ángeles al comentar que «antes desconocía que pudiera ser una víctima».
«Los profesores nos han dado algunas claves y hasta ahora no sabíamos cómo defendernos»
El curso Violencia de Género y Discapacidad Intelectual, enmarcado en el modelo Violencia Cero de atención integral de la Junta de Castilla yLeón, ha incluido contenidos formativos como la prevención e intervención ante situaciones de maltrato, leyes y medidas de protección, el rol del formador y el acompañamiento a la víctima. María Ángeles recuerda que los especialistas que han participado en el curso, como policías, psicólogos, abogados y detectives privados, les han enseñado a defenderse o recomendado no pasar por calles oscuras y acercarse a desconocidos.
El objetivo último de la Consejería deFamilia e Igualdad de Oportunidades es disponer de personas especialmente formadas para atender a víctimas de violencia de género con discapacidad intelectual. Ambas participantes del curso aseguran que, a partir de septiembre, darán formación sobre violencia de género a otros compañeros del Centro Ocupacional El Arca de Asprodes pero también sobre autoprotección, autodefensa, apoyos específicos y abusos sexuales.
Destacan la importancia de estos cursos porque son conscientes de que son más vulnerables que el resto de personas sin discapacidad ya que disponen de «menos recursos y defensas». María Ángeles lo corrobora al sentenciar que ante un episodio de violencia de género hay que ir «directamente» a denunciar. De la misma idea es Ana Daría, aunque precisa que si la víctima siente «miedo, temor o vergüenz» para acudir a una comisaría u hospital tiene que pedir ayuda para que alguien la acompañe.
La Consejería de Familia es consciente de que las mujeres con discapacidad requieren de una atención y apoyo especializado para mejorar su calidad de vida y participación comunitaria pero se les suma la desigualdad de género. De ahí las líneas de actuación conjuntas con Plena Inclusión a la hora de realizar talleres y encuentros de desarrollo personal y participación social para mujeres con discapacidad intelectual, donde se han trabajado los contenidos de igualdad entre hombres y mujeres, la prevención de violencia de género y el fomento de la autonomía personal de cada una de las participantes.
La acción más destacada es la del curso de extensión universitaria de la Uned, por lo que los 18 asistentes obtuvieron un título tras recibir formación presencial en la Facultad de Psicología de la Universidad de Salamanca como ‘on line’. Una experiencia que Ana Daría, a sus 35 años, no duda en calificar a la agencia Ical de «increíble» porque afirma que recibir un título universitario fue un «subidón”, sobre todo después del esfuerzo que ha supuesto recibir la formación y superar un examen final con la exposición de un tema. En definitiva, el balance ha sido muy positivo pero, sobre todo, debe servir para identificar posibles situaciones de maltrato y dotar a estas personas de habilidades sociales para blindarse contra la lacra de la violencia de género
El norte de Castilla
11/08/2016