Un equipo de científicos liderados por Rafael de la Torre, del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas, y Mara Dierssen, del Centro de Regulación Genómica, ha demostrado que un compuesto presente en el té verde, la epigalocatequina galato, junto con un protocolo de estimulación cognitiva, puede mejorar algunas de las capacidades intelectuales en las personas con síndrome de Down y modificar la excitabilidad y la conectividad funcional de su cerebro.
"Es la primera vez que un tratamiento demuestra alguna eficacia en la mejora de la función cognitiva en personas con este síndrome", explica Dierssen, jefa del grupo de Neurobiología Celular y de Sistemas en el Centro de Regulación Genómica y autora principal del estudio, publicado la semana pasada en la revista ‘The Lancet Neurology’. "De todos modos, hay que dejar claro que nuestro descubrimiento no es ninguna cura para el síndrome de Down y que nuestros resultados todavía deben probarse en muestras más grandes, pero puede ser un tratamiento para mejorar la calidad de vida de estas personas", añade.
El trabajo se centra en el papel de un compuesto llamado epigalocatequina galato que compensa el exceso de función de uno de los genes comprendidos en el cromosoma 21 (el que presenta tres copias en el síndrome de Down). Este gen, el DYRK1A, está relacionado con la plasticidad cerebral y algunas funciones cognitivas. Los resultados del estudio concluyen que las personas tratadas con epigalocatequina galato y con un protocolo de estimulación cognitiva habían mejorado sus puntaciones en memoria de reconocimiento visual, atención, así como autocontrol y comportamiento adaptativo o autonomía y que estos cambios se correlacionarían con cambios biológicos en su conectividad cerebral.
El proceso para llegar a esta conclusión ha sido, comenta Dierssen, "muy largo y costoso, pero también muy enriquecedor. Siempre es un reto adentrarse por territorios inexplorados, como es el tratamiento farmacológico de la discapacidad intelectual".
El estudio apunta que "la combinación de la epigalocatequina galato, un flavonol del té verde, y la estimulación cognitiva, promueve cambios significativos en determinadas áreas de la memoria, de las funciones ejecutivas y de la funcionalidad en los participantes del estudio". Los resultados, explica Dierssen, "sugieren que algunos de los cambios observados persisten durante al menos seis meses tras interrumpir el tratamiento". Además, "la mejoría clínica de los participantes se acompaña de cambios en la conectividad funcional que se detectan en el cerebro mediante estudios de resonancia magnética funcional, y de una normalización en algunos aspectos de la neurofisiología".
Sin embargo, hay que tener en cuenta que ningún tratamiento es eficaz en la totalidad de la población tratada. "Hay individuos que responden mejor a las terapias que otros y los efectos del tratamiento tendrán que ser refrendados en ensayos clínicos en poblaciones más extensas". Lo ideal, insiste, "sería hacer ensayos multicéntricos a nivel internacional, pero para ello tiene que haber un apoyo claro a nivel institucional, como ya sucede en EE. UU.". Dierssen y De la Torre tienen la intención de continuar la investigación e iniciar ahora un ensayo clínico en niños y niñas con síndrome de Down. "Nuestros resultados han sido positivos en una población adulta en que la plasticidad cerebral es limitada porque el cerebro ya está totalmente desarrollado. Creemos que si el tratamiento se aplicara a niños y niñas, las resultados serían aún mejores", comentan los investigadores. Habrá pues que conseguir los voluntarios para este nuevo ensayo clínico, así como la financiación necesaria para poder llevarlo a cabo.
Dierssen añade que "las características del compuesto también sugerirían su posible potencial para prevenir aspectos relacionados con el deterioro cognitivo asociado a la edad en personas con síndrome de Down".
El estudio
El trabajo que acaba de publicarse recoge los resultados de un ensayo clínico con 84 personas con síndrome de Down entre 16 y 34 años. "Los resultados sugieren que en las personas que recibieron el tratamiento con el compuesto del té verde junto con el protocolo de estimulación cognitiva consiguieron mejor puntuación en sus capacidades cognitivas", explica Rafael de la Torre, del Grupo de investigación clínica en Farmacología Integrada y Neurociencia de Sistemas.
Se sabía que la epigalocatequina galato inhibe el exceso del gen DYRK1A y el éxito obtenido en los estudios previos con ratones hacía pensar que el tratamiento podría funcionar también en humanos. Tras un estudio piloto inicial con 30 personas con síndrome de Down de 18 a 30 años, se acometió el segundo estudio doble ciego, que es el publicado ahora. La intervención duró 12 meses más un período de otros 6 meses de seguimiento de los participantes tras interrumpir el tratamiento
El heraldo
5/07/2016