La historia de una vida se puede recordar con canciones que la han ido marcando a través del paso del tiempo. Las que evocan nostálgicamente una feliz niñez entre familia, amigos y juegos. Tardes en la calle, quizá en las que había menos medios materiales, lo que era suplido por ingentes dosis de imaginación. O tal vez aquellas melodías que llegaron en plena adolescencia, con el primer amor y el primer beso. Puede ser que algunas notas musicales evoquen la fiesta, las madrugadas alocadas; mientras que una musicalidad diferente sea la que haga rememorar las risas con los hijos o las mañanas de cosquillas. Paseos plácidos con el amor maduro y el regreso a la infancia más tierna con los nietos. Son pasajes de una vida común que podría bien ser la de cualquiera, pero es una única, la de ellos. La de unas personas que una vez olvidaron quienes fueron, lo que lograron a lo largo de su existencia, el esfuerzo titánico para conseguirlo, las facciones de su familia, los abrazos y besos que se dieron... Por eso, cuando se concentran y escuchan esas melodías evocadoras vuelven a convertirse otra vez en las personas que en una ocasión formaron parte de esa vida. Sin las ataduras de la desmemoria. Libres. Porque puede que no consigan rememorar lo que hicieron ayer, pero sí las canciones que escucharon el día de su boda, en una reunión de amigos o en la feria de su pueblo.
Desde la Asociación de Alzheimer 21 de Septiembre, de Úbeda, conocen perfectamente el poder que una partitura. Por eso, componen junto a la familia de sus pacientes una historia de su vida, en la que la música está muy presente. Gracias a ello, registran las canciones que más les gustan, que les marcaron en alguna ocasión. Y se las regalan. «Recuerdan perfectamente las letras aunque no puedan saber lo que han hecho hace un rato», comenta Natividad Villar, directora de la Unidad de Estancia Diurna que posee la asociación en su sede. Para los enfermos, supone una gran terapia que «les motiva y les gusta mucho, quizá sea de lo que más», añade. A través de la reminiscencia, intentan que los pacientes revivan sus experiencias.
No solo con la música, sino que la asociación lleva a cabo multitud de actividades de estimulación cognitiva. Una de las que también tiene mucho éxito es la de cocina, en ocasiones con recetas que ellos aportan y que han elaborado a lo largo de toda su vida. También hay propuestas de trabajo con lápiz y papel, sin olvidar las nuevas tecnologías con ordenadores táctiles y tablet en los que se insertan programas específicos para sus necesidades. «Con todo ello lo que pretendemos es mejorar la atención y la memoria», aclara Violeta Cuéllar, presidenta de una asociación que lleva instalada en Úbeda desde el año 2000.
Entre los talleres que se realizan, también están los que fomentan las actividades básicas de la vida diaria como preparar zumos o poner la mesa; así como de reminiscencia para recordar la vida de cada pacientes; el de proyección de vídeos y películas que pudieron ver a lo largo de su juventud y que les hace retrotraerse a otros momentos y trabajar la memora, además de actividades como juegos de mesa o salidas al exterior del centro.
Estas actuaciones se llevan a cabo en la Unidad de Estancia Diurna, concertada con la Junta de Andalucía, y creada con un doble objetivo. Por un lado, prestar un servicio especializado y adaptado a los enfermos de alzheimer y otras demencias, así como aliviar la carga de los cuidadores. Además de proporcionar una atención personalizada para cada fase de la enfermedad, facilita la permanencia del enfermo en el propio domicilio y permite a la familia compatibilizar los cuidados con su vida diaria. El objetivo de la asociación es poder ampliar en un futuro las instalaciones para poder más servicios y acoger a más pacientes.
Respiro familiar
De hecho, la entidad cuenta con un servicio de respiro familiar para los festivos y los fines de semana, de forma que los familiares puedan llevar al centro a los enfermos durante esos periodos y se encuentren bien atendidos. Para aquellas personas que no acuden a la Unidad, también facilitan talleres de estimulación algunos días a la semana para completar el tratamiento farmacológico, además de visitar a los enfermos a domicilio con un fisioterapeuta y una monitora de estimulación con el fin de mejorar su calidad de vida.
La asociación presta, igualmente, un importante servicio de grupos de autoayuda mutua. Este tipo de servicio se lleva organizando desde que nació la asociación, incluso antes de que se comenzara a dar a ayuda a los pacientes, ya que consideran que es imprescindible para que tanto la familia como los enfermos estén lo mejor posible. «Es una enfermedad larga y dura, por lo que deben estar en las mejores condiciones posibles para poder sobrellevarla», argumenta Natividad. Una psicóloga se reúne con ellos y comparten las experiencias y las emociones derivadas de los sentimientos que provocan la atención a enfermos, así como las pautas psicológicas para afrontar la situación. Esta es una patología que afecta la esfera cognitiva, funcional y conductual. Según la directora de la Unidad, las dos primeras partes suelen ser más llevadera para los familiares que, sin embargo, se ven muy impresionados por la última, en la que los afectados puede padecer ansiedad, depresión, delirios o alucinaciones. En estos grupos se ofrecen modelos sobre cómo actuar.
Conflictos familiares
En este tipo de situaciones no son extraños los casos de conflictos entre los familiares por el cuidado del enfermo. «Muchas veces la pareja del paciente no puede hacerse cargo de él por su situación o edad, por lo que son los hijos los que tienen que cuidarle y no todo el mundo 'tira' igual hacia adelante», explica Natividad. Para intentar ponerle remedio, la asociación ofrece también un servicio de mediación familiar para la resolución de problemas. «Deben afrontar que es una enfermedad dolorosa y que se prolonga en el tiempo, por lo que no es lo mismo si todos colaboran en los cuidados», añade.
Ubeda Ideal
4/07/2016