La gente aprovecha el buen tiempo para salir Alcampo. Media hora para comprar una simple libreta. La elegida no tiene el código de barras así que hay que volver a por otra en una estantería atestada de diferentes modelos: tapa dura, blanda, con dibujitos de Disney, lisa, con coches de carreras... Escoger el cuaderno no es tarea fácil para las madres que ayer se apelotonaban en los estantes y en las colas para las cajas.
Vistas de lujo
Cerca de Alcampo, en el barrio de Coia, los alumnos del colegio Escultor Acuña tienen vistas cinco estrellas. Como si vivieran en el pazo Los Escudos. «Es importante que sean conscientes de que Vigo es un puerto y lo que supone» señala mirando al mar Ángeles Bobillo, una profesora de francés que contagia estusiasmo. Enseña el idioma hablándoles del galo Zidane. Admite que es fan del Madrid. Primero del Celta, aclara. «Dicen que el Madrid es el equipo de los fachas, pero yo soy de izquierdas», relata con gracia esta profesora.
El secretario del centro integrado Escultor Acuña está muy atareado. El primer día hay mucho bullicio y faltan por nombrar dos profesores de primaria. Es un caso excepcional, a tenor de lo que cuentan en otros colegios. En el Alfonso R. Castelao está todo perfecto, lo mismo que en A Paz y en el Altamar. En éste han aprovechado para pintar el patio del colegio, relata la secretaria, Yeye Rodríguez.
Frente a los anteriores, el Escultor Acuña tiene la peculiaridad de que cuenta con profesorado especializado en niños sordos. Hay 20 alumnos con estas deficiencias. Rosa Goyanes es la coordinadora del seminario de Audición y Lenguaje. «Este año tenemos a dos inmigrantes, una niña rusa y un marroquí, que no conocen nuestros idiomas y que además son sordos, por lo cual tienen una dificultad especial», cuenta esta especialista en logopedia que hace que los alumno con buena audición también corrijan sus deficiencias en el lenguaje.
Mariló Gómez Pérez, profesora de sexto en el Escultor, empezó el curso son suavidad, explicando el horario a sus alumnos, una clase muy participativa en la que los estudiantes celebraban su reencuentro y lamentaban los madrugones y volver a los exámenes. Aunque para las pruebas todavía queda.
Al filo de la una de la tarde las madres y padres se agolpaban junto a la verja. Pilar Viñas, madre de una niña de cuatro años reconocía que el primer día resulta «un poco lioso para los padres».
La voz de galicia
10/10/2005