«Después de cenar me senté en el sofá y de repente, noté que no podía mover ni un dedo.En seguida, perdí el conocimiento». A Elisa Álvarez le dio el tiempo justo de llegar al Hospital Clínico de Valladolid. Un mes después y con una operación de por medio para superar el derrame celebral que había sufrido despertaba del coma. «Cuando salí del hospital sólo sabía decir agua, no podía mover el brazo ni la mano derecha y tenía hombro caído» Fueron las secuelas que le dejó el ictus a los 30 años y que le obligaron a tres duros años de fisioterapia y logopeda. «Recuperé la palabra, aunque tengo afasia. Puedo caminar, aunque no correr».
Jorge apenas tenía 13 años cuando sufrió un infarto cerebral. «Recuerdo que era principios de enero. Estaba en EGB y a la salida del colegio por la tarde me mareé en las escaleras. Me llevaron al hospital y allí, tras diversas pruebas, me vieron un hematoma en el cerebro. En principio, pensaban que podía haber sido de un golpe». Fue durante su estancia en el hospital cuando sufrió el infarto cerebral. Al igual que Elisa, sus secuelas fue una hemiplejia derecha. «Perdí la movilidad del brazo y la pierna izquieda, y la cara y el labio aún los siento acorchados», describe, a punto de cumplirse 25 años de que sufriera el Ictus.
Hace unos años que Elisa y Jorge se conocieron en la sede de la asociación Camino de Valladolid (Asociación de Daño Cerebral Adquirido). Hoy, años después, él ejerce allí de informático y ella está en la Junta Directiva. Tienen una niña en común de ocho años. ¿Temen que pueda sufrir un ictus? «No tenemos temor ninguno. Lo nuestro no es algo genético». Elisa y Jorge tienen tras sí una historia de superación. «Yo nunca quise ir a un colegio de educación especial. Quise seguir en el mío, que era donde tenía a mis amigos y donde me conocían los profesores».
«Toda rehabilitación es poca»
Ahora, dentro de sus limitaciones -sus secuelas fueron físicas, y no cognitivas-, llevan una vida más o menos normal. Saben que es difícil mejorar. «Todo lo que hacemos es mantenernos. Lo fácil es que te abandones y retrocedas», explica Elisa, quien añade lo fundamental que ha sido en su vida el apoyo familiar. «Toda rehabilitación es poca, sea del lenguaje, de la memoria o simplemente física. Mirar atrás no sirve. Siempre hay que mirar adelante». Es lo que le recomiendan a cualquier persona que haya sufrido un ictus. Pero, para ello, son conscientes de que necesitan un apoyo extra de la sociedad. «Al principio, es verdad que el nivel de asistencia sanitaria es cien por cien, pero luego cuando salimos del hospital nos sentimos un poco abandonados cuando requerimos unas necesidades de por vida».
«Todo lo que hacemos es mantenernos. Lo fácil es que te abandones y retrocedas»
Es una de las fundamentales reclamaciones que ahora mismo tiene el colectivo de personas que han padecido un ictus, quienes pasados unos años tienen que recurrir a asociaciones como Camino si desean continuar con la rehabilitación.
Itinerarios y recursos
«Nosotros nos ocupamos sobre todo de la fase muy precoz y de los primeros meses pero realmente habría que diseñar itinerarios e invertir en recursos para que luego no se sientan tan solos», reconoce el doctor Juan Francisco Arenillas, neurólogo del Hospital Clínico de Valladolid. Con motivo del Día Mundial del Ictus, el experto ofreció este miércoles una conferencia en el Colegio de Médicos de Valladolid en el que se hizo hincapié en la importancia de un abordaje multidisciplinar desde las primeras fases de la enfermedad «destinado a reducir las consecuencias del ictus sobre la persona y su entorno». «Desde el punto de vista de asistencia social, en cuestión de logopedia... Es necesario que se establezcan una serie de cuidados para que cuando la persona vuelva a su domicilio pueda establecer una vida lo más normal posible, siempre con la participación de los médicos de Atención Primaria, que son la primera puerta de entrada a la Sanidad», señala el doctor Arenillas, quien considera que «muchas veces no se trata de contar con muchos recursos, sino de tenerlos bien planificados», apunta este experto quien considera que dependiendo de la forma, el tiempo y el lugar de abordar la recuperación de una persona que ha sufrido un ictus, «este itinerario puede ser un camino de rosas o muy difícil de llevar». «Lo que más tranquiliza a las personas es la información clara sobre lo que pueden esperar y no mensajes que no son del todo reales».
Prevención
Llevar una dieta sana y equilibrada, caminar diariamente y controlar todos los factores de riesgo cardiovascular que pudieron llevar a la persona a padecer el ictus -hipertensión, diabetes, colesterol...- es fundamental para que estas personas no vuelvan a recaer. «Luego, las personas tienen que tener un programa para recuperarse lo más individualizado posible, orientado a sus discapacidades y en base a objetivos», añade el neurólogo, quien recuerda que «una lesión cerebral no deja se ser una lesión neurológica y la capacidad de recuperación no es infinita y hay que tener esto en cuenta. Por eso hay que transmitir una información clara de las expectativas que tenemos y cómo lo podemos conseguir».
«El ictus supone reconocer que somos vulnerables y que nos han dado donde más nos duele, que es el cerebro», afirma el doctor Arenillas
El doctor Arenillas destaca también la importancia del apoyo y el afecto de la familia: «El ictus supone reconocer que somos vulnerables y que nos han dado donde más nos duele, que es el cerebro».
Signos de alarma
La conferencia de este miércoles sirvió también para recordar los signos de alarma del ictus. «Siempre sucede de repente y se caracteriza porque algunas zonas del cerebro dejan de funcionar bien al romperse un vaso sanguíneo. En función de la zona del cerebro tendremos unos síntomas u otros pero los más claros son alteraciones bruscas del lenguaje, falta de entendimiento, la boca torcida y alteraciones de la fuerza y sensibilidad de un lado del cuerpo. Éstas son las tres señales en las que debemos concentrar todos los esfuerzos porque la mayoría de los ictus cursan alguna de las tres», explica el doctor Arenillas. «Si ocurre hay que llamar al servicio de emergencias para que ponga en marcha el protocolo del Código Ictus, que consiste en que esa persona tiene que ser derivado con preferencia y ser atendido con prioridad en las urgencias de los hospitales que están preparados para ellos», concluye el doctor.
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1/11/2015