Ha pasado casi un siglo desde que el psiquiatra austríaco Hans Asperger identificara las que a la postre resultarían las principales características del Síndrome de Asperger pero, a pesar de ello, este trastorno del espectro autista sigue siendo considerado la discapacidad invisible.
La falta de rasgos físicos identificativos y su incapacidad para las habilidades sociales hacen que muchas personas que la padecen terminen por ser identificados por la sociedad, simplemente, como raros o asociales.
Incluso su inteligencia, superior a la media en algunos casos y normal en la mayoría, juega en su contra en diferentes situaciones, entre ellas, en las escuelas.
"El mayor caballo de batalla de los familiares de las personas con Síndrome de Asperger es la educación, en los colegios y a todos los niveles", ha afirmado la presidenta de la Asociación Asperger de Alicante (Aspali), Ezkarne Carazo, en una entrevista concedida a Efe con motivo del Día Internacional de este trastorno celebrado esta semana.
Según Carazo, muchos centros educativos reniegan de la existencia del síndrome y califican a las madres que protestan como "histéricas", achacándoles que son ellas las que quieren "hacer a sus hijos diferentes".
También ha resaltado que existen profesores que, a pesar de conocer y saber del trastorno de algún niño, deciden "por orgullo" no aceptar la ayuda que les puedan prestar, por ejemplo, desde Aspali, en cuanto a formación específica se refiere.
Afortunadamente, ha querido concretar que estos casos no son mayoría y que cada vez existe más implicación por parte de los maestros y las escuelas.
"Llevar a cabo una adaptación para estos niños y jóvenes en clase requiere un esfuerzo, pero es que su trayectoria escolar sería mucho mejor, tanto a nivel emocional como académico, si tuvieran un mayor apoyo", ha manifestado Carazo.
Además, su inocencia social hace que estos niños y jóvenes se conviertan en un foco común del acoso escolar, una situación que requiere que se involucre toda la sociedad, no solo la educativa, para ser erradicada.
"Se han dado casos en los que el colegio ha culpado a los niños con Asperger de no denunciar quién les está acosando, pero es que la mayoría es incapaz de hacerlo", ha agregado Carazo.
Otro hecho que demuestra la invisibilidad del trastorno es la inexistencia de un censo de afectados, por lo que las cifras con las que trabajan en Aspali se basan en el número de familias a las que atienden en la asociación, actualmente 265 en toda la provincia de Alicante.
"La sociedad se debe concienciar de que se puede convivir con estas personas y que ese comportamiento, a menudo inusual, es su manera de responder ante los estímulos que se le plantean, no porque quieran ser desagradables, sino porque su cerebro procesa la información de manera diferente", ha explicado.
Para difundir información sobre este síndrome, Aspali ha organizado en La Explanada de Alicante varias mesas informativas, así como un rastrillo solidario, una carpa de actividades para niños y un espectáculo de magia.
Para Carazo, la difusión resulta "primordial", ya que en muchos casos podría ayudar a una detección precoz del trastorno que evite situaciones negativas en el futuro.
"La vida de estas personas cambia mucho cuando pasan de creer que son inútiles o saber que tienen Asperger", ha añadido.
Es a partir de esta detección cuando se les puede comenzar a instruir en la mejora de sus comportamientos sociales.
Pero eso sí, Carazo avisa: "No es algo que cambie de un día para otro, necesita tiempo y varía en función del grado de afectación y de la edad". "Aún queda mucho camino por recorrer", ha sentenciado.
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7/08/2015