La música puede ser una excelente terapia para trabajar con personas con enfermedades neurodegenerativas. Así se pudo comprobar ayer por la tarde en la residencia geriátrica Javalambre de Teruel donde se hizo una actividad abierta para dar a conocer la labor que se hace durante todo el año gracias a dos voluntarias que un día a la semana animan a los ancianos con sus guitarras.

La Asociación de Familiares de Enfermos de Alzhéimer de Teruel quiso mostrar ayer por la tarde en el salón de actos de la citada residencia la actividad de musicoterapia que se realiza en el marco de su taller de mantenimiento de las capacidades cognitivas y motoras.

Participaron unas 30 personas con alzhéimer u otras demencias residentes en este centro que son los que participan los jueves en la actividad musical pero también estaba abierta a familiares y otros residentes para que pudieran comprobar cómo funciona esta propuesta que es posible gracias a la labor de dos voluntarias Pilar Sánchez y Pilar Muñoz que todos los jueves desarrollan el taller en dos grupos de una hora cada uno.

Desde esta asociación destacaron que las actividades musicales son esenciales para el mantenimiento cognoscitivo de estas personas y está demostrado que lo último que se olvida son precisamente los recuerdos musicales.

La actividad comenzó hacer varios años. El padre de Pilar Sánchez padece alzhéimer y cuando comenzó a asistir al aula de alzhéimer del centro de día Santa Emerenciana, ella propuso realizar alguna actividad con música porque a su padre siempre le había apasionado.

El avance de la enfermedad llevó a que este paciente pasara a ser residente en el centro Javalambre y Pilar planteó también allí la actividad que ha sido muy bien acogida, ahora además con el apoyo de otra compañera, Pilar Muñoz.

"La idea me surgió al ver un documental en la dos que se llamaba Las voces de la memoria donde se mostraba una actividad realizada en Valencia con personas con alzhéimer que trabajan con música y que iban incluso al Palau y se veía que el deterioro cognitivo era más lento", explicó Sánchez.

Esta voluntaria afirmó que no sabe mucho de música que es autodidacta pero que esta actividad es una buena terapia y le permite pasar un tiempo con su padre y también con otros enfermos.

"Hemos querido hacer esta especie de jornada de puertas abiertas para que los familiares puedan ver cómo disfrutan los participantes en el taller, incluso algunos que ya no pueden hablar", señaló Pilar Sánchez.

Las sesiones son de una hora de duración y se canta sobre todo música popular como jotas, boleros o rancheras. "Es la música que a mi padre le gustaba y que me enseñaba a mí", explicó. En la sesión de ayer también se pidió a los familiares que dijeran cuáles eran las melodías preferidas de cada paciente para que poderlas tocar en esta ocasión y dedicárselas de una manera especial.

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17/07/2015