"¿Verdad que nadie cuestionaría la necesidad de una rampa en un colegio para hacerlo accesible? ¿Por qué se cuestiona la adaptación a la dislexia en las escuelas para afrontar la dificultad para leer y comprender de niños con otras muchas habilidades?" Esta pregunta retórica se la hace la directora la Associació Catalana de la Dislexia, Neus Buisán, que ve con esperanza la experiencia pionera del Departamento de Salud en Lleida para ayudar a detectar personas con dislexia en la provincia. Sólo en el último año han sido diagnosticados 48 niños y niñas. "Saldrán 50 más y otros 50, sólo hace falta prestar atención", asegura Neus, que ya trabaja para que el proyecto de Lleida salte al resto de Catalunya para Ensenyament también se implique en el diagnóstico de Salud.
La experiencia como padre de un chaval con dislexia del médico de cabecera José Luis Cruz, que se ha formado también en esta especialidad, ha impulsado este plan leridano. Consiste en que los pediatras envíen a su consulta de Atención Primaria a los jóvenes pacientes de los que sospechan una posible dislexia. Facilitando sus visitas en los ratos que puede -en su despacho del CAP de Rambla Ferran de Lleida- Salud se ha mojado. "Ahora sobre este problema hay dos puntos de vista, el del colegio del niño -que no siempre responde pronto- y el de Salud. Como ambos somos del sistema público, nos tenemos que coordinar. No tiene sentido que una parte de la administración diga blanco y otra diga verde y el crío se quede en medio", asegura Cruz. "La perspectiva mejora, tenemos un acuerdo. Yo les envío las recomendaciones a Ensenyament y en los colegios evalúan y remiran. Ahora hemos abierto una vía para las situaciones incómodas. Las familias no estaban tranquilas", explica.
Tras los primeros resultados, Salud está fortaleciendo la formación de las unidades pediátricas. "Creo que hemos contribuido a dar visibilidad a la dislexia", relata el médico, para quien desde que se lo detectaron a su hijo han cambiado mucho las cosas. "El chaval ha podido examinarse de la Selectividad con un protocolo con el que cuenta con más tiempo y las faltas de ortografía tienen un trato diferencial. Recuerdo aquellos profesores antiguos que hacían libros monumentales de faltas ortográficas a costa de estudiantes de los pensaban que eran tontos y en realidad eran disléxicos", suelta.
La gracia de esta iniciativa, para Cruz, está en que los pediatras han derivado a los niños muy bien, lo que significa que "la Atención Primaria es capaz de detectar esto". Ahora el reto es avanzar la detección: "Para ir bien me tendrían que llegar a los seis o siete años. Y me llegan, con suerte, a los nueve o diez, pero también adolescentes de 11 y 12. Algunos me llegan después del fracaso, otros cuando ya en el cole empiezan a decir que tendrá que repetir y el crío está desilusionado, humillado. A algunos les cuesta explicar la situación".
Según Cruz durante este año la respuesta ha sido muy buena: "Cuando todos los pediatras lleven 20 críos vistos, ya no hará falta que la familia diga nada".
La dislexia en las escuelas
Mientras las familias leridanas afectadas se organizan para crear una asociación en Ponent, algunas escuelas también empiezan a dar pasos. El Colegio Público Francesco Tonucci quiere empezar el nuevo curso reforzando el trabajo que ha empezado a hacer una profesora. "Estamos empezando, tenemos mucho que aprender, nos interesa. Este lunes tenemos un curso de formación", avanza su directora Mariona Morguí. "Nos hemos dado cuenta -agrega- que tenemos niños con estos problemas y tenemos que saber tratarlos".
El hijo de Anna Maria Farré va a un colegio de les Borges Blanques en el que sí tienen en cuenta su dislexia. "Tiene más tiempo y menos deberes, los profesores tienen en cuenta la autoestima del niño", valora su madre, que comenzó a ver alguna cosa al comenzar la escuela y se movió con rapidez al comprobar que en P5, desde la Castanyada a junio, no había evolucionado en lectoescritura.
Ayuda de las nuevas tecnologías
Las nuevas tecnologías son una gran herramienta para las personas disléxicas. Una investigadora española Luz Rello, investigadora postdoctoral en el Human-Computer Interaction Institute de la Carnegie Mellon University de Pittsburgh (Pensilvania, EEUU) trabaja sobre correctores de texto para personas con dislexia y sobre cómo detectar dificultades de lectoescritura en línea. "Estamos explorando el famoso big data y aplicando técnicas informáticas de aprendizaje automático para descubrir si es posible detectar dificultades de lectoescritura. Pero ojo, estamos hablando de detectar no de diagnosticar", aclara a LaVanguardia.com.
DysWebxia, su tesis doctoral dirigida por Ricardo Baeza-Yates y Horacio Saggion, es una guía sobre cómo adaptar textos para hacerlos significativamente más legibles para personas con dislexia. Incluye directrices como tamaño de letra o tipografía e integra los resultados de más de 11 experimentos con 200 personas con dislexia diagnosticada -más un grupo de control- usando técnicas de seguimiento ocular (eye-tracking).
Con sus amigas Clara Bayarri y Azuki Górriz ha creado Piruletras, un juego para iOS de ejercicios para personas con dislexia que usa una metodología lingüística para que los niños aprendan a partir de sus propios errores ortográficos. "Lo evaluamos en un colegio con 48 niños de entre 6 y 11 años con dislexia diagnosticada y observamos que mejoraban significativamente su escritura. Lleva más de 23.000 descargas", remarca.
Según su experiencia, tanto en EEUU como en España no sólo hay diferencias entre los países sino también dentro de las propias fronteras. Florida por ejemplo cuenta con apoyo estatal, mientras que otros estados no. En España, agrega, pasa lo mismo: mientras que unas comunidades autónomas como Baleares o Catalunya han integrado las adaptaciones en la Selectividad, otras comunidades no lo han hecho.
"Creo que la dislexia debe tratarse como un problema a nivel nacional, porque lo es: afecta al 10% de la población", asevera Luz. Ella, que también tiene dislexia, quiere dejar claro que no trabaja en este campo por su propia experiencia: "Mi caso no es especial, salí adelante con ayuda y trabajo y tema cerrado. El problema está en todos esos niños que se están quedando por el camino, bien porque no estén recibiendo la ayuda necesaria, bien porque ni ellos ni sus familias saben que son disléxicos y piensan que no valen o que son tontos. Ahí es donde tenemos que poner el foco".
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20/06/2015