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Accidente viales: enfermedad del nuevo siglo

Ya hemos tratado el tema de los accidentes anteriormente, pero nunca lo habíamos hecho bajo el concepto de que, al igual que muchos males modernos que han surgido conforme al desarrollo y avance tecnológico de la humanidad, los accidentes viales también podrían equipararse a una nueva enfermedad que aqueja hoy al mundo en un gran porcentaje.

Estadísticamente, la responsabilidad de los conductores representa el 90% de los casos en que ocurre un accidente.

Y si bien los percances viales obedecen a una serie de factores que los hacen muy complejos.

Lo cierto es que no son propiamente accidentales ni se producen al azar, sino que resultan de una secuencia de eventos que los desencadenan.

De acuerdo con el psicólogo José de Jesús González Rivas, diversos factores como el estado del tiempo, las condiciones del camino y del vehículo, así como la señalización vial, son algunas de las causas que pueden influir en el desenlace de un accidente.

No obstante, entre todos esos factores, la condición y capacidad de quien maneja es uno de los más importantes.

Con la llegada de las vacaciones, las carreteras y autopistas registran un incremento de tránsito y, desgraciadamente con ello, los accidentes se presentan con mayor frecuencia.

Pero a pesar de que lógicamente a mayor cantidad de autos en una misma ruta, mayor será la probabilidad de un accidente, muy pocos son los que se preocupan por ello.

Sin embargo, explica González Rivas, es nula la información y conceptos con respecto a tratar los accidentes viales como una enfermedad.

Y resalta: “los seres humanos tenemos una clara tendencia a pensar que los accidentes son solo parte de una triste estadística que se refleja diariamente en los medios de comunicación, o dicho de otra manera, son episodios lamentables que sólo le ocurren a los demás”.

Entre las pocas personas que verdaderamente se preocupan por esta realidad están aquellos profesionales que entienden que los accidentes de tránsito representan una más de las enfermedades de nuestros tiempos.

Por lo anterior, dedican muchas horas y recursos para investigar sus causas y sus aspectos preventivos y para trabajar en la concientización de la sociedad.

Es precisamente en este rubro donde los profesionales de la medicina pretenden incluir la problemática de los accidentes viales, entendiendo que la labor principal de la sanidad está en la prevención de los mismos mediante la detección precoz del riesgo vial asociado al estado de salud del conductor, señala..

Pero de acuerdo con la propia definición de los médicos especialista, para que esa situación se termine cristalizando es imprescindible que la sociedad entienda y considere a los accidentes no como hechos fortuitos, sino como auténticos problemas de salud que son evitables con la colaboración de todos.

En esa línea de pensamiento se inscriben los datos que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer no hace mucho tiempo, los cuales sostienen que "las enfermedades mentales y las lesiones por accidentes de tránsito serán las dos grandes preocupaciones de los próximos años, ya que los accidentes siguen suponiendo una de las cinco primeras causas de muerte en la población general, y la primera entre las personas más jóvenes".

Por eso no sorprende que la OMS recomiende que los accidentes deban ser considerados y, por ende, tratados como una enfermedad.

En ese sentido, comenta el especialista, la "accidentalidad" debe tener planteamientos similares a los utilizados en otros problemas de salud debiendo estudiar no sólo su origen sino también sus consecuencias.

Pero además, existen muchos estudios y debates acerca de si algunas enfermedades en concreto pueden ser consideradas como causantes directas en el fenómeno de la accidentalidad.

La conclusión es que existen muchas, pero hay un grupo muy bien determinado de ellas que se reiteran sistemáticamente en algunos accidentes.

Según la OMS, ellas son: la diabetes mellitus que genera hipoglucemia y por ende mareos y pérdida de conocimiento en el conductor.

También los trastornos convulsivos y psiquiátricos producidos por medicamentos con sedantes que inniven o restan la atención del conductor. Y finalmente los defectos visuales.

A esas defectos de agudeza visual se agregan otras patologías tales como el deterioro de la capacidad auditiva —hipoacusia—, trastornos que producen alteraciones del equilibrio, dificultades en el aparato locomotor —rigidez articular, dolores musculares que impiden una adecuada postura de conducción—, las enfermedades cardiovasculares, y patologías respiratorias, entre otras.

Queda claro que esta problemática es tan compleja como extendida en todo el planeta.

eluniversal.com.mx
18/07/2005

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