La dislexia es un trastorno que afecta a la adquisición y aprendizaje de la lectura y la escritura que, según las estadísticas podría afectar en torno a un 5 a 17% de la población.
Entre las dificultades más importantes que se presentan en el trastorno está un déficit en la capacidad para analizar la información fonológica y así poder manejar las correspondencias entre fonemas (sonidos) y grafemas (letras escritas), lo que dificulta la lectura y el poder extraer el significado de los materiales escritos. En otros estudios se ha planteado que capacidades como la memoria de trabajo también son importantes para leer bien.
Un reciente trabajo realizado por diversos investigadores noruegos y publicado en Frontiers in Psychology (2014), ha utilizado resonancia magnética funcional para averiguar cómo funciona el cerebro de niños con dislexia de entre 11 y 12 años cuando se les expone a tareas de lectura que exigen una cantidad creciente de recursos de procesamiento.
Todos los niños participantes (11 con dislexia y 18 controles sin el trastorno) completaron una batería de test de dislexia que incluía tareas de lectura de no palabras, lectura de palabras reales, lectura de textos y deletreo, además de pruebas de comprensión lectora. Además, a todos ellos se les realizó una resonancia magnética funcional mientras realizaban varias tareas de distinto nivel de exigencia, como el procesamiento alfabético, el procesamiento ortográfico y el procesamiento de oraciones, que se supone que consumen una cantidad creciente de recursos de procesamiento.
El grupo de niños con dislexia mostró una activación cerebral general mayor que el grupo de niños sanos al realizar ejercicios de lectura y esa diferencia se incrementaba cuando aumentaban las demandas de la tarea. No obstante, no se observaron diferencias en la precisión. Más concretamente, algunas de las áreas en las que se observó esa mayor actividad fueron el giro frontal superior derecho, el área motora pre-suplementaria izquierda, el núcleo caudado izquierdo o la corteza cingulada media izquierda, aunque parece que habría cierta diferenciación de áreas según los tipos de tarea (procesamiento alfabético, ortográfico y de oraciones). Según los autores, este perfil de hiperactivación cerebral podría ser resultado de una actividad compensatoria para las dificultades de lectura.
Está claro que no a todo el mundo le resulta sencillo el aprendizaje de la lectura, pero desde luego sí sabemos que leer es una habilidad importante para el rendimiento escolar. Por ello parece muy recomendable motivar a los niños a leer y sobre todo, a disfrutar leyendo. Quizá conocer estudios como el anterior permita crear programas de apoyo a la lectura mucho más específicos y ajustados que ayuden a todos esos niños y niñas con dificultades.
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14/01/2015